Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Giró su cabeza a la izquierda para ver el sol, y haciendo una mueca gritó: — Coise, maldito bastardo!, puedes bajar de allí. Hasta un hijo del demonio como tú merece un descanso. —
No fue necesario indicar de quien era el turno, su tripulación era firme y decidida, todos sabían que hacer. Algo más tranquilo sabiendo que una mente fresca asumía el control en lo alto de la cofa, se dirigió a la barandilla y apoyó sus dos brazos de manera cruzada para mirar al horizonte. Recordó la fragata que había vislumbrado el día anterior, hizo un esfuerzo en estrechar los ojos y ver más claro el horizonte, pero fue inútil, el sol estaba cayendo y la única manera de ver algo hubiese sido que la fragata navegase con todos los candelabros de abordo encendidos sobre la cubierta, y nadie en su sano juicio haría algo tan suicida y sin sentido.
Recordó que tenían que salir de esas aguas, y rápido. Y la tranquilidad de su mente se disipó para darle paso a un sutil escalofrío que emergió de lo profundo de su columna hasta llegar a su cuello. La imagen vivida de su pasado, del infierno a cuál él y su padre habían sido sometidos, reflotó como un fragmento de un naufragio emergiendo desde las profundidades del mar. La sola idea de que sus hombres debiesen atravesar el mismo infierno, le provocó un dolor agudo en lo profundidad de su ser, trató de observar el ritmo del oleaje y caer en su trance hipnótico, pero por más que quiso el recuerdo lo castigaba profundamente.
Repentinamente, otra cuestión capturó su atención y acudió a su rescate, liberándolo de su dolor. Hacía pocos días habían capturado algunos prisioneros luego de su última incursión, y debían decidir sobre el destino de esas pobres almas antes de aventurarse a mar abierto o de dirigirse a algún puerto neutral.