Fragmento N°102

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Gregor caminaba dubitativo mientras el viento arremolinaba su cabello sucio y enmarañado por las circunstancias que habían atravesado en las últimas horas.

Parecía estar en trance, una de sus manos acariciaba la culata de la pistola que pendía en su cintura, como si fuese un bien preciado que lo inspirase o le otorgara algún poder.

Finalmente se detuvo, y se dirigiró a Mnyma:— Dime, ¿Esperan por ti en la ciudad?—

Mnyma respondió:— Nuestro amo espera por ambos señor, debemos regresar.— dijo señalando al otro porteador.

Greg jamás se había percatado del otro sujeto, el segundo porteador se encontraba sobre el ultimo bote, embarcando provisiones.

Con un silbido Greg lo llamó.

El porteador alzó la vista, y de un salto cayó con sus pies en el bajío, comenzó a caminar hacia ellos.

Greg dijo: ¿Cómo te llamas?.—

—Kubanda.— respondió mirando hacia el suelo.

Gregor notó las marcas de azotes sobre sus hombros y brazos, profundas y carnosas cicatrices dibujaban la piel como un tatuaje indescifrable.

Habló:— Kubanda, tu amo espera, pero debo informarte que deseo liberar a este niño. Ya no es un esclavo, y estoy dispuesto a pagar el precio de su libertad.—

Kubanda miró incrédulo a Greg.

Greg continuó:— Esto es mas que suficiente, el triple de lo que la mejor subasta de Tortuga arrojaría por el niño.—

Desató un pequeño saco que colgaba de su cintura y extrajo seis monedas de plata, hizo un gesto para entregárselas a Kubanda.

Este extendió su mano y tomo los pequeños trozos de metal.

Antes de volver a atar el saco, Greg extrajo una moneda adicional e hizo un ademan para que Kubanda se acercase.

Sumisamente Kubanda dio dos pasos adelante y extendió nuevamente la mano.

Greg se adelantó, con una mano tomó el brazo de Kubanda y colocó la moneda sobre la palma del hombre. Aproximándose al oído del esclavo dijo:— Es para ti, no solo la libertad tiene un precio, sino también al discreción. Le dirás a tu amo que Mnyma fue comprado por unos mercaderes portugueses.— Kubanda asentía temblorosamente. Greg recitaba:—Dirás eso mi amigo, o descubrirás que tu amo en realidad te ha tratado mucho mejor de lo que tú crees.—

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