Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Sin decir una sola palabra Umbukeli aceleró el paso y se acercó, con un gesto apresurado tomó la amarra que Greg tenía en su mano y comenzó a tirar del extremo para guiar el bote hasta los arboles.
Gregor notó que Hicks se encontraba de espaldas, observando hacia la espesura.
Cuando se estaban aproximando a los árboles, Greg observó que Hicks sostenía su pistola, y en la oscuridad vio como la mecha corta de combustión lenta emitía un leve destello.
Al adentrarse en la maleza, Umbukeli se desprendió velozmente de la amarra y tomó unas hojas de palma cortadas que yacían en el suelo, a toda velocidad se dirigió de nuevo hacia el mar.
Mientras Gregor observaba al somalí, este comenzaba a barrer la arena costera con las hojas de palma.
Mnyma extrañado consultó:—¿Qué está haciendo?—
Favre con un tono suave, sensiblemente más bajo que la voz de Mnyma, dijo:—Borra nuestras huellas, al parecer no estamos tan solos como pensábamos, ¿verdad?— y giró para enfocarse en Hicks.
Este respondió, aún de espaldas, sin dirigirles la mirada:—Así es, desde que anocheció hemos visto al menos dos patrullas de la guarnición, rastrillando esta orilla.—
Gregor consultó:—¿Todos de la guarnición?—
—Si capitán, y si se refiere al perro Hein, no ha habido rastros de él… por ahora.—
Greg asintió, y luego dijo:—Ese salvaje nos espera adentro, estará en la ciudad, esperando que rescatemos a Edahi.—
Al finalizar sus palabras, Umbukeli había regresado.
Greg giró para ver la playa bajo la luz de la luna, con su vista recorrió los setenta pies que habría hasta el oleaje. Satisfecho notó que no había huellas o rastros visibles de pisadas o marcas del bote arrastrado.
Retomó la conversación:—Esta allí, esperando su oportunidad, pero no aguardaremos a que nos aceche nuevamente, daremos el primer golpe. —
Hicks consultó:—¿Cuál es el plan capitán?.—
Greg se acercó al bote encallado ahora en tierra, y tomó un pequeño frasco de su interior, dijo:—Primero estimado, usted debe pintarse esa cara blanca y reluciente, no queremos llamar la atención con el brillo de sus mejillas.— Luego sonriendo dijo:—Tu Umbukeli, puedes omitir esa orden.—