Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Al oír pisadas detrás, Mnyma se reincorporó rápidamente y giró para enfrentar la entrada.
Sus ojos acostumbrados a la oscuridad identificaron con claridad al guardia que ahora se encontraba bajo el umbral de ingreso.
—Sé que estás aquí pequeño.— dijo, colocando una mano sobre la empuñadura de su chafarote.
En un instante, Mnyma percibió que la vista del hombre aún no se había acostumbrado a la penumbra del interior, y en un rápido movimiento corrió hacia uno de los habitáculos abandonados que se encontraba en los laterales.
Al ingresar en el bloque que hacía las veces de redil para los animales, Mnyma contuvo su respiración, y contorsionó todo su cuerpo para permanecer inmóvil, tratando de captar cualquier sonido.
Un chasquido le permitió percatarse de que el sujeto se encontraba a pocos pasos, pero el sonido que heló su alma fue el siseo que generó el chafarote al emerger de su vaina, dándole a entender que su perseguidor había desenfundado su arma.
Inconscientemente, el cuerpo del pequeño comenzó a sudar nerviosamente.
El guardia volvió a habar: —Sal de ahí escoria, prometo que en cuanto me digas que tramas, será rápido.—
Su voz delataba su proximidad.
Súbitamente el guardia emergió frente a Mnyma, pero por alguna causa fortuita el individuo enfocó primero su vista en el habitáculo que se encontraba enfrente, dándole la espalda.
Viendo su oportunidad, Mnyma dio rápidos pasos para escabullirse detrás del soldado y correr hacia la salida.
Cuando el guardia percibió movimientos a sus espaldas, giró, y en una reacción rápida intentó atinar una estocada.
Viendo el golpe aproximarse, Mnyma inclinó su cuerpo para esquivarlo, pero el reflejo hizo que perdiera el equilibrio, cayendo al suelo.
Al impactar en la grava, viró para enfrentar el peligro justo cuando el guardia saltó sobre él, colocando una mano en su cuello mientras decía:—¡Aquí estas!, debería enseñarte modales antes de que abandones este mundo.—
La presión sobre su garanta comenzó a sofocarlo, y mientras su mente se nublaba, vio cómo el brazo derecho del sujeto se extendía hacia arriba, vaticinando la estocada que luego llegaría.