Fragmento N°120

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El peso del sujeto era varias veces el peso de Mnyma.

Los ojos del pequeño seguían el recorrido del filo del arma, que ahora se encontraba extendida sobre la mano del guardia, próxima a iniciar el descenso sobre su cuerpo.

Aterrado, comenzó a retorcerse inútilmente, tratando de escapar, y durante el forcejeo su cuerpo rozó algo que se encontraba en el suelo y la familiaridad del objeto despertó sus sentidos.

Sin perder un instante, la mano del pequeño se extendió para encontrar el pequeño objeto. Al tomar contacto, sujetó con fuerza una pequeña clavija de herradura que se encontraba desperdigada en el suelo. El pequeño trozo de hierro, de no más de dos pulgadas de largo, tenía una forma tosca e irregular con una base similar a un remache, que se iba estrechando según se aproximaba al extremo hasta terminar en una punta algo redondeada pero punzante.

Los ojos del sujeto se encontraban fuera de alcance, por lo cual cuando tomó la diminuta tachuela con su mano, dirigió el golpe hacia al cuello del guardia.

Guió con su dedo indice y pulgar el extremo punzante de la clavija para que impactase en la parte blanda, justo por arriba de la traquea. Al sentir que el extremo penetraba la carne, posó la palma de su mano sobre la cabeza del clavo y lo empujó hacia adentro buscando generar el mayor daño posible.

El sujeto jamás vio venir el golpe, una de sus manos se encontraba ocupada dirigiendo la estocada de su chafarote, mientras la otra sostenía el cuello de Mnyma.

Al recibir la punzada, el soldado llevó ambas manos a su garganta tratando de contener la sangre que ahora emanaba de la herida, esto provocó que se desprendiera de su arma dejándola caer, y liberando la presión sobre el cuello de Mnyma.

Al ver que su cuerpo ya no se encontraba retenido, el pequeño se arrastró frenéticamente hacia atrás, distanciándose de su enemigo. El guardia intentó gritar, pero su aorta fracturada inundó su garganta, conteniendo cualquier sonido. Según un charco carmesí iba creciendo a su alrededor, el sujeto fue reduciendo sus movimientos, hasta quedar inmóvil frente a los ojos de Mnyma.

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