Fragmento N°121

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El cuerpo permaneció allí, inmóvil, mientras Mnyma se encontraba recostado contra el muro, justo al lado del bebedero de piedra que marcaba el ingreso del túnel subterráneo.

Un movimiento espástico involuntario del cadáver, provocó que Mnyma saliera de su trance.

El pequeño se incorporó lentamente, su cuerpo parecía no reaccionar apropiadamente, como si parte de sus extremidades perteneciesen a otro ser. Extendió sus manos delante de sí, y observó sus palmas bajo la luz de la luna, al verlas se percató que gran parte de su cuerpo se encontraba impregnado de un tibio y opaco fluido, que había emanado de la herida de su enemigo.

Volvió en sí, y nuevamente buscó la hendidura donde el bebedero cedía. Al encontrar la parte floja, aplicó presión y empujó con todas sus fuerzas sobre el lateral de roca. Lentamente, este comenzó a deslizarse dejando ver la entrada al estrecho pasaje oculto. Luego de algunos segundos, el espacio descubierto fue lo suficientemente amplio para que el pequeño pudiese adentrarse en su interior.

Al ingresar y dejar de presionar, una serie de contrapesos ocultos en el interior y anclados a la base del bebedero, comenzaron a accionarse para regresarlo al mismo lugar que se encontraba en un principio, ocultando lentamente la entrada.

Mnyma volteó, y observó como el umbral se iba cerrando, hasta que un golpe seco marcó cuando el bebedero volvió a su posición original.

En el interior la oscuridad era total, el lugar era demasiado angosto, y la humedad reinaba, tal cual el pequeño recordaba. El suelo se encontraba semi inundado, con pequeñas charcas por doquier, y cuando el cuerpo de Mnyma rozó una de las paredes percibió con claridad la roca desnuda, recubierta de un moho verdoso y algas.

Una corriente de aire proveniente del exterior invadió su olfato, y saboreó el olor a sal que emanaba del mar. Comenzó a caminar torpemente, tropezando ocasionalmente con algún obstáculo hasta que luego de varios minutos se percató que el espacio se iba abriendo gradualmente, hasta que una pizca de luz comenzó a vislumbrarse desde un extremo lejano al final del pasadizo.

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