Fragmento N°129

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Sobre el final, el pasadizo era aún más estrecho, de unas pocas pulgadas de ancho, obligando a Gregor a caminar de costado con su pecho y espalda rozando la roca mohosa. Greg comprendió porque utilizaban jóvenes esclavos como Mnyma para que transportaran las mercancías por esos angostos corredores.

Mnyma había detallado como era el mecanismo interno de poleas, al accionarlo, Greg tensó su cuerpo y contempló como poco a poco un haz sutil de luz iba ensanchándose, penetrando en el túnel a medida que la entrada iba despejándose.

Cuando el espacio abierto fue lo suficientemente amplio para atravesarlo, trepó hasta el borde y quedó en cuclillas sobre el piso del establo. Su mirada recorrió todo lo que se encontraba enfrente de sí, mientras su mano sostenía la empuñadura de su sable.

Ya estaban dentro.

En cuclillas y agazapado, avanzó unos pocos pasos, esa era la señal para que Favre y Umbukeli también emergieran. Luego recorrió la distancia que había hasta el habitáculo de caballeriza más cercano, y se ocultó en el.

Sigilosamente, el somalí y el galo lo siguieron, y los tres hombres quedaron dentro del pequeño habitáculo mirándose.

Greg habló:—Veo el cuerpo del soldado, iré a la entrada, ocultarlo mientras monto guardia.— Se detuvo un instante para palparse el dorso, se tranquilizó levemente al sentir el contacto del lomo y la cuerda del arco que llevaba cruzado en la espalda.

Se movió cautelosamente hasta llegar al umbral, asomando su cabeza apenas por el marco de la entrada al establo para ver al exterior, al no percibir peligro, giró y con un leve movimiento asintió para que Favre y Umbukeli avanzaran hasta el cuerpo inerte del soldado.

Mientras ambos lo ocultaban, llevándolo hasta uno de los márgenes del edificio, Greg volvió a asomarse, recorriendo con su vista los edificios circundantes.

Divisó dos guardias en la calle, junto al ingreso al cuartel, otro sobre la pequeña muralla interna, e incluso su vista recorrió un edificio en particular, una posada desvencijada que se encontraba frente al cuarte, a pesar de que su mirada se detuvo a inspeccionar a fachada, no notó peligro alguno.

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