Fragmento N°134

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Greg aguardó un instante antes de su próximo movimiento, serenó su cuerpo y concentró su energía en oír la noche, luego de algunos segundos, solo el viento recortó el silencio que cubría la ciudadela. Sin demorarse, atravesó la distancia que lo separaba del portón principal.

Arribó a la entrada con el arco aún en sus manos, algo agitado dijo:—Ocultemos los cuerpos, no queremos sorpresas.— Avanzó algunos pasos más e incursionó en el patio interno del cuartel, observó detenidamente pero no detectó ningún movimiento, con un gesto silencioso indicó para que el galo y el somalí avanzaran. Tomando a ambos sujetos bajo las axilas, Favre y Umbukeli arrastraron los cuerpos de ambos guardias y los colocaron tras una montaña de leños que se encontraban allí.

Observando el edificio frente a él, Greg analizó su fachada, era una estructura rudimentaria pero sólida, paredes gruesas de piedra decoradas con aspilleras, sobre todo en la torre que remataba una de las esquinas de la construcción. Reconoció el tipo de arquitectura típica española, y supuso que los calabozos y almacenes deberían estar en el mismo lugar donde había sabido encontrar esas instalaciones en tantos otros reductos sobre los cuales había ojeado planos o leído entre los apuntes de su padre. El viejo insistía en la lectura y el estudio, tal vez ahora su insistencia tuviese sentido.

Buscó con su vista la escalera lateral que solía conectar el subsuelo con el patio, este era un recurso habitual de ese tipo de instalaciones, ya que no era prudente que cada vez que un prisionero debiera ingresar o salir recorriese del edificio por su entrada principal, lo más seguro y rápido era conectar los calabozos con el exterior por una escalera lateral bien pertrechada.

Divisó la salida de la escalinata, oculta detrás de un descuidado seto, y avanzó hacia ella. Descendió los primeros peldaños y estiró su mano para tomar el picaporte, pero algo hizo que se detuviese.

Del interior provenían voces, hizo una pausa para observar sobre su hombro, Favre y Umbukeli se encentraban allí, junto a él.

Respiró profundo, tomó el picaporte y abrió la puerta.

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