Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Al oír la pregunta de Greg, fue evidente que el sujeto sabía a que nativo se refería. El guardia era un joven de tez bronceada y contextura frágil, demasiado delgado para ser soldado. Greg pudo percatarse de la duda y temor que emanaban de él al ser cuestionado por el paradero de Edahi.
Volvió a punzar con su daga la tráquea del individuo, esta vez un poco más fuerte, lo suficiente como para que el filo abriera una herida pequeña perforando apenas la piel, dejando emanar un hilo diminuto y tibio de color rojizo:—No volveré a preguntar.— dijo en voz terminante.
El sujeto asintió espasmódicamente y Gregor retiró la mano de su boca para que pudiese hablar:—Fue capturado hace algunas horas, lo llevaron a los calabozos del piso inferior.— dijo.
Su voz era titubeante, lo cual dificultaba comprender con claridad sus palabras. Antes de que Gregor pudiese replicar, una serie de gruñidos y quejidos surgieron desde el rincón opuesto, donde Favre y Umbukeli trataban de contener al otro sujeto. El joven que Greg mantenía bajo su daga tembló aún más al ver que su captor no estaba solo, y que habían reducido a su compañero.
Greg insistió:—¿Aún se encuentra vivo?— El joven sollozó y cerró sus ojos.
Tomándolo del cuello, Greg aferró su camisa y dijo:—Mi nombre es El Celta…¿Has oído ese nombre alguna vez?.— Entre lágrimas el sujeto afirmó.
Greg completó:—Juro por Dios, que te haré responsable a ti, si desciendo al calabozo y no se encuentra con vida.— Perdiendo el control, el joven comenzó a llorar desconsoladamente y gritó:—Lo bajaron para interrogarlo señor, ¡Yo no he hecho nada! ¡Lo juro!— Perdiendo la paciencia, Greg tiró de su camisa y arrancó un puñado de tela para luego colocarlo en la boca del joven, amordazándolo para luego maniatarlo. Mientras terminaba, Favre trajo consigo a rastras al otro individuo, ya maniatado, y lo dejó sobre el suelo junto a su compañero. Greg pudo ver el ojo morado del sujeto, y su rostro maltratado.
Se dirigió a Umbukeli:—Quédate con ellos, Antoine conmigo, Edahi está debajo.— Y ambos descendieron a toda velocidad por la escalera caracol, rumbo al calabozo.