Fragmento N°139

Lee la historia completa desde el Fragmento N°1

Mientras descendían las escaleras hacia la planta baja de la posada, todos mantenían un silencio sepulcral, solo se oía el tintineo metálico de las municiones y hebillas rozándose. Al llegar a la planta baja, Hein tomó el picaporte y abrió la puerta lo suficiente para que su ojo pudiese husmear lo que acontecía afuera.

Los cuerpos de los dos guardias no se encontraban más allí, ni tampoco había rastros de El Celta o sus hombres. Roger habló:—Capitán, deben haber ingresado al cuartel, si nos apresuramos podremos acorralarlos en el patio.— Sin aguardar a que su capitán respondiese, Roger se echó a correr hacia el portón de ingreso al cuartel, instintivamente, dos de los cuatro marinos que los acompañaban siguieron sus pasos. Al llegar al portón, Roger se detuvo, y asomó su rostro para visualizar el patio interno, pudo observar fugazmente como unas siluetas descendían por una escalera lateral hacia el subsuelo.

Sin dudarlo, ordenó:—Estamos cerca, ¡seguirme!— Intentó dar un paso pero uno de sus hombres lo tomó por el brazo, en voz dubitativa dijo:—Señor, creo que deberíamos aguardar al capitán.— Al girar, Roger se percató que el holandés no lo seguía, se encontraba allí, de pie en el medio de la calle, rodeado del silencio que cubría la noche.

Confundido, Roger regresó sigilosamente donde Piet Hein se encontraba, al llegar, dijo:—Se nos escapan capitán, pero podemos alcanzarlos si…:—

Hein lo interrumpió:—Esos malditos, … esos piratas, ingresaron por una entrada secundaria a la ciudad, es por eso que no los vimos adentrarse por el acceso principal:— Roger, incrédulo, dirigió la mirada hacia donde su capitán se encontraba observando, se trataba de un edificio maltrecho, similar a un establo, con un portón semi destrozado abierto completamente.

Algo confundido Roger dijo:—Eso, ¿es un establo?.—

Hein negó levemente con la cabeza sin dirigirle la mirada, diciendo:—Eso no es relevante, lo que si importa es que esos mal nacidos salieron de allí, y apostaría mi alma que por allí regresaran.— El holandés comenzó a caminar hacia el establo, inmediatamente el resto de sus hombres lo siguió.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: