Fragmento N°14

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El ámbar de sus ojos encandiló su mirada, al verla aproximarse, notó cierta gracia en su andar, pero fueron sus ojos los que nublaron su mente. Fue tal su incapacidad para enfocarse en otro rasgo de su cuerpo que no fuesen sus ojos, que recordó el efecto hipnótico que genera observar la luna y su silueta, sobre el reflejo espejado de un mar calmo.

Su mente revivió el recuerdo, como si fuese una herida sin cicatrizar, de aquella vez cuando al bajar al calabozo la noche anterior, vislumbró esa misma intensidad en su mirada, pero sin tener la oportunidad de apreciar de manera íntegra su cuerpo, como bien ahora podía.

Favre tosió, haciendo un ruido tosco y alevoso, intentando romper el silencio, para que Greg pudiese percatarse de su trance.

La Srta Hein tomó asiento, inclinándose de manera elegante,

Greg notó su tez, era bronceada, algo totalmente incongruente teniendo en cuenta su ascendencia holandesa. Su cabello oscuro y arremolinado, estaba recogido en la nuca de manera rudimentaria pero elegante. Si bien estaba desalineada luego de su estadía en calabozos, pudo entrever sus facciones delimitadas, finas, que complementaban su frío mirar.

Su camisa estaba rasgada y arremangada, dejaban visibles sus hombros y antebrazos, firmes pero delicados.

Favre volvió a toser, — Srta Hein, mi nombre es Aidan Gregor bienvenida a bordo d… — esbozó Greg,

Ella lo interrumpió educadamente, —Ahórrese los modales capitán Gregor, se quién es usted, y donde me encuentro. — Hubo un pequeño silencio, Nock y Favre intercambiaron miradas algo confundidos.

Ella prosiguió, —Usted es El Celta, esta es su nave, y yo su prisionera. —

Greg sonrió, —Temo Srta Hein, que las tres afirmaciones son correctas. —

 Ella sostuvo la mirada, inmutable, —Las circunstancias no debieran generar que olvidemos los modales, no hemos sido presentados aún . — Comentó Greg amigablemente, Ella respondió —Disculpe, mi nombre es Elizabeth Hein, única hija del capitán Piet Hein, y usted capitán Gregor, acaba de sentenciar su muerte. —

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