Fragmento N°144

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Luego del vendaje aplicado por el galo, pudieron mover su cuerpo con mayor rapidez, ya que sus extremidades estaban contenidas por los retazos de tela, y no empapadas por la incontenible hemorragia.

Atravesaron el patio a toda velocidad, el guardia que antes luchaba con dos prisioneros, ahora yacía boca arriba sobre el suelo, despojado de sus armas y parte de su ropa, inmóvil con su vista fija en el cielo.

En voz baja, Greg recitaba:—Aguanta amigo, falta poco, solo unos minutos.— Umbukeli iba delante, al llegar al portón de ingreso se detuvo y asomó su vista para husmear el exterior.

La calle estaba despejada, algunos cuerpos se encontraban dispersos, restos de la escaramuza que había acontecido. Mientras aguardaba la señal de Umbukeli, Greg pudo oír un alarido de una mujer, el sonido era distante, de varias calles debajo.

Umbukeli dio la señal y junto con Favre se pusieron en movimiento.

Al comenzar a atravesar la calle para rodear el cuartel y volver al establo, Greg pudo ver llamas en un edificio lejano comenzando a irradiar el cielo nocturno, la ciudad era un caos.

Dieron un rodeo, y bordearon el perímetro del muro interno que conducía al establo.

A medio camino un disparo de mosquete se oyó a lo lejos, un segundo más tarde otro disparo le sucedió. Favre, agitado por la carga que suponía el cuerpo inconsciente de Edahi, dijo:—Tal vez… debería dejar de hacer obras de bien.—

 Greg lo fulminó con su mirada, pero antes de que intentara decirle algo al galo, la voz de Edahi lo interrumpió:—Capitán…— dijo el nativo, apenas audible.

Greg se detuvo en seco, tomándolo por el mentón levantó sutilmente la cabeza de Edahi y dijo:—Debes resistir, ya estamos a punto de salir de este infierno.—

Edahi habló nuevamente:—¿Capitán…?—

Greg desistió, y dirigiéndose a Favre dijo:—Esta delirando, pero está vivo, salgamos de aquí.—

Volvieron a ponerse en marcha, al llegar al final del muro se desviaron levemente para atravesar la entrada al establo, al penetrar el umbral Greg se detuvo nuevamente.

Seis hombres se encontraban de pie dentro del establo, al frente de ellos estaba Piet Hein.

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