Fragmento N°148

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Arthur dio un paso y se encimó sobre la baranda del alcázar, esforzándose por enfocar la nave señalada por Elizabeth. El retiro seguía avanzando lentamente, adentrándose en la bahía, con curso hacia el centro de la formación de naves ancladas.

Sosteniendo la vista en la nave, Arthur, con tono exasperarte dijo:—Eso si que es un endemoniado Galeón.— Observó el cielo, la bengala había tocado su punto máximo, y ahora descendía lentamente ondeando con el viento, iluminando la parte baja de la ciudadela. Giró para enfrentar a Elizabeth diciendo:—Solo ruego a Dios que sus culebrinas no estén armadas.— Con su brazo sano tomó la barandilla y entonó:—Timonel, ¡todo a babor!— El Retiro se inclinó levemente y cambiando su trayectoria, flanqueando la formación anclada a lo largo de la bahía, cada braza que avanzaban aumentaba aún más la tensión de Arthur. Al acercarse a la nave holandesa, pasaron extremadamente cerca de la galera que Elizabeth había mencionado, una farola pendía en la cubierta, su luz tenue dibujaba siluetas sobre las velas, imprimiendo una lúgubre apariencia funeraria a la pequeña embarcación, pero a pesar de la cercanía Arthur no logró divisar ninguna figura humana sobre la barcaza.

Al pasar junto la galera, Arthur insinuó:—Esperemos que nuestros amigos también duerman plácidamente bajo la noche.— Al dejar detrás la embarcación, fue más visible la nave holandesa y Arthur pudo apreciar algunos detalles de su estructura. A la distancia divisó dos líneas de fuego dispuestas sobre las cubiertas inferiores, cada línea alimentada por unas diez troneras. El galeón comandado por Piet Hein, era una fortaleza flotante, pero su robustez y armamento también eran su punto débil. La única posibilidad que tendrían era la sorpresa y esperar que El Retiro pudiese descargar dos o más andanadas antes que su enemigo respondiese.

Arthur ordenó al cabo a su lado:—Pasa la voz, todos listos, a mi señal.— El cabo asintió y descendió del alcázar para replicar la indicación a un grumete. El grumete rápidamente afirmó, y descendió bajo cubierta, para dar aviso a todos los artilleros.

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