Fragmento N°157

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En una estampida, una docena de soldados irrumpió en el establo, congestionándose en la puerta de ingreso y adentrándose de forma desordenada.

Greg gritó:—¡Umbukeli, hacia el túnel!— mientras contenía a su rival. El sujeto se encontraba herido en un brazo que sostenía inerte, mientras se esforzaba por empuñar su espada con el brazo sano. Greg volvió a realizar un golpe, el sujeto logró contenerlo alzando su espada para interceptar la estocada, pero su brazo cansado por el combate cedió hasta que el filo del chafarote de Greg logró alcanzarlo a la altura del tórax. Herido en múltiples partes, y agotado, el soldado cayó de rodillas al suelo arrojando su arma.

Greg no intentó rematarlo, retrocedió para observar detrás de sí y logró ver que los holandeses estaban enfrascados en su propia lucha. Habían neutralizado a uno de los soldados de la escuadra contigua, y ahora Hein, Roger y el marinero restante acorralaban a los otros dos soldados.

Umbukeli retrocedió cargando a Edahi, el somalí cargaba al nativo sobre uno de sus hombros y lo mantenía firme mientras empuñaba su espada en la mano derecha. Parecía cargar el cuerpo con facilidad mientras retrocedía hasta la entrada oculta.

Favre también había controlado a su oponente, el sujeto se encontraba sobre el suelo recostado de lado, aún respirando pero un cerco rojo se expandía bajo su cuerpo lentamente.

Favre se colocó hombro con hombro con Greg, ambos estaban comenzando a sudar copiosamente y si bien no estaban heridos, sus cuerpos tenían manchones carmesí producto de las lesiones que habían infligido a sus oponentes.

Otros tres soldados pasaron por sobre los cuerpos de sus compañeros heridos y se lanzaron al ataque. Antes de que los sujetos estuviesen sobre ellos, Favre dijo:—Capitán, no podremos contener el embate por mucho más.— Greg no pudo responder, cerró filas, y ambos se colocaron como un muro entre los soldados que ingresaban y Umbukeli, tratando de proteger la retirada del somalí.

Greg sabía que su única chance era adentrarse en el túnel, donde el estrecho pasadizo haría que pudiese enfrentarlos uno a uno.

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