Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
El contrapeso se cortó y los extremos de la correa resonaron con un latigazo cortando el aire. Hicks se aferró fervientemente a la empuñadura de su espada y aguardó mientras el bebedero se desplazaba lentamente por su eje, descubriendo poco a poco la entrada.
Cuando gran parte del umbral estuvo descubierto, pudo tener un panorama un poco más claro de lo que estaba ocurriendo en el establo. Una capa sutil de humo y polvo cubría el ambiente, a pesar de la nube que cubría todo el establo, podían distinguirse las siluetas de numerosos hombres enfrentándose entre sí, maldiciendo y gritando.
Dudando, Hicks dio un paso hacia adelante justo cuando alguien en la habitación descascaraba un mosquete, si bien el disparo provenía de un extremo alejado del edificio, el fulminante generó un destello que iluminó por una fracción de segundo todo el establo, permitiéndole ver mas allá de lo que la niebla de humo y pólvora le permitía. Pudo percatarse que el establo era sustancialmente más grande de lo que su vista lograba cubrir, que en el edificio habría en ese momento al menos una veintena de hombres trabados en combate.
En la lucha, un grupo de sujetos estaban haciendo retroceder al otro, acorralándolos contra la entrada del túnel donde él se encontraba. En voz baja Hicks musitó para sí mismo:—Maldita sea capitán, ¿dónde demonios esta?.— De entre la niebla, un sujeto emergió tambaleando con su cabeza mirando en dirección al suelo, Hicks alzó su espada en posición defensiva y apuntó con su pistola al pecho del individuo. El sujeto dio dos pasos erráticos y se desplomó a los pies de Hicks. Desorbitado, Hicks miró el cuerpo inmóvil en el suelo. El marino se arrastró algunas pulgadas, estiró su brazo y tomó el tobillo de Hicks, alzó su rostro y dijo algo inentendible en holandés antes de quedar inmóvil, esta vez definitivamente.
Hicks recorrió el cuerpo del marino holandés con su vista, el hombre estaba herido en múltiples partes, un tajo enorme cubría toda su espalda de punta a punta. Con un movimiento de su pie, se desprendió del brazo del marino.
Alzó su vista, avanzó, y se adentró en la niebla.