Fragmento N°161

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Al dejar detrás el cuerpo del holandés caído, Hicks se adelantó buscando a Greg entre el caos. Dos pasos por adelante, se percató que el humo no solo se debía a los disparos intermitentes, ya que en algunas secciones comenzaba a crecer un fuego incipiente. La hojarasca del suelo y la madera resquebrajada del viejo edificio se habían encendido producto de las chispas desprendidas en cada andanada. El relucir de las llamas, imprimía sombras difusas sobre el humo, dando un aspecto lúgubre y estremecedor, similar a un infierno.

Hicks avanzó y una sombra oscura emergió entre la humareda, el sujeto era gigante, pero estaba de espaldas, por lo que él alzó su espada para asestarle un golpe antes de que pudiese darse vuelta. Cuando se preparaba para iniciar el movimiento oscilante con su mano aferrada a la empuñadura, notó que el sujeto realmente era de piel oscura, y no se debía a un efecto del humo. Al enfocar su vista pudo percatarse que en su hombro colgaba otro hombre, y reconoció las numerosas cicatrices y dibujos que adornaban su cuerpo, se trataba de Umbukeli.

Se acercó para tocar su hombro, y al hacerlo dos figuras más emergieron de espaldas, justo por delante del somalí. Esta vez pudo reconocerlos por sus vestimentas, eran Greg y Favre. Comprendió que los tres retrocedían de espaldas, cubriéndose y lanzando estocadas a numerosos enemigos que los hostigaban desde el frente.

Intentó llamarlos:—¡Capitán!—, volvió a insistir:—¡Capitán! —

Al no ver ninguna reacción, avanzó e irrumpió justo entre Greg y Favre.

Al percatarse que se trataba de él, Gregor y el galo abrieron un espacio entre ambos para que Hicks tomase un lugar en la formación defensiva que a duras penas lograban sostener.

El hombre adicional había repuesto sus energías, pero súbitamente Hicks vio como Umbukeli giraba abandonando su posición, retrocediendo a toda velocidad hacia el túnel.

Estremecido, comprendió que el cuerpo que cargaba era Edahi, pero no logró observar que intentaba hacer el somalí, ya que debió enfocarse en el frente y desviar una estocada que por poco lo alcanza en pleno rostro.

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