Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Había sido un rival temible en cada batalla en la cual había tomado parte, desplegando toda su habilidad con la espada, ganándose el respeto de sus hombres y superiores. Pero esta vez el destino le estaba jugando una mala pasada, aún así su orgullo le impedía pensar en el peor de los escenarios.
En un santiamén, El Celta y los soldados de la guarnición le habían arrebatado a tres de sus hombres, ahora Hein se debatía sobre como salir del aprieto, con Roger a su lado y el marino superviviente.
Su estilo de lucha era caballeresco, como si danzara con sus enemigos, buscando con gracia el momento exacto, lanzando la estocada en el lugar preciso, y resolviendo la cuestión de un solo impacto. A su lado, Roger luchaba con otra gracia, su contextura le impedía ser sutil, pero en contraposición no requería de precisión para acabar con sus enemigos, ya que cada puntada, por más que no fuese quirúrgica, destrozaba la zona del cuerpo donde impactaba, producto de la fuerza e ímpetu del gigante holandés.
Una llamarada trepó a abruptamente, y por un momento perdió de vista al marino que aún le quedaba, al disiparse el fuego, no hubo rastros. Ahora solo estaban Roger y él.
La elegancia de Hein comenzaba a ser socavada, el fuego y cansancio mermaban sus energías, era el vice almirante de la flota holandesa, pero a su edad se esperaría que pasase más tiempo en el alcázar que en medio de una batalla.
Súbitamente oyó algo entre el fuego y los gritos:—¡Todos al túnel, ahora!— Mientras su vista leía los movimientos del soldado que en ese momento enfrentaba, su oído pudo captar las palabras, enviándole una señal de alarma.
En un movimiento, Hein atacó al sujeto, en tanto desprendía una de sus manos de la empuñadura para tomar la daga de su cintura. Mientras el soldado se esforzaba por contener el ataque, Hein tomó velozmente la daga e hirió mortalmente al sujeto en su dorsal a la altura de la quinta costilla, el hombre balbuceó algunas palabras erráticas, y cayó al suelo.
Dirigiéndose a Roger, Hein dijo:—¡Repliégate conmigo, hacia esta posición! —
Y ambos retrocedieron lentamente hacia la voz de Gregor.