Fragmento N°172

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La fatiga generaba que sus movimientos fuesen poco precisos, como si todo su cuerpo estuviese inmerso en un mar de arena que dificultaba cada reacción de sus músculos. Al desprenderse del sujeto con el cual se encontraba trenzado, este lo alcanzó con su espada sobre uno de sus brazos, abriéndole un corte extenso pero poco profundo a la altura del bíceps.

Herido, Greg gritó:—¡Todos al túnel, ahora!— Hicks dio un paso al frente y exclamó: —¡Repliéguense, yo los retengo!— Greg no dudó un instante y giró para ver cuantos pasos lo separaban hasta la entrada del túnel, sabía que Hicks estaba en mejores condiciones de sostener la lucha en ese momento, sus heridas eran menores y su condición física no se encontraba tan desgastada como la de él o Favre.

El fuego incandescente y el humo generaban que la visibilidad fuera escasa, apenas unos pocos pies de distancia. Las llamas estaban envolviendo todo el edificio por lo que el calor y el peligro de morir incinerados comenzó a disuadir a los guardias restantes, por ello algunos comenzaron a retirarse.

Greg indicó:—¡Antoine, Umukeli, ustedes primero!— El galo y el somalí obedecieron y giraron para retroceder mientras Greg y Hicks mantenían a raya a los pocos soldados que aún persistían en el ataque. Aprovechando un instante de tregua, Hicks hundió su mano en una de las alforjas que pendían de su cintura y extrajo dos granadas. Tomó una de las tantas cenizas incandescentes que ardían a su alrededor y encendió la mecha de una, elevando su voz dijo:—¡A cubierto capitán!— Al arrojar la granada, la misma cayó entre los pies de soldados que se aproximaban, en el caos ninguno de los sujetos pudo percibir el peligro que ahora yacía entre sus pies. Un instante mas tarde, una nube de humo y fuego los cubrió cuando la granada detonó, consumiéndolos en un mar de gritos y llamas.

Hicks giró, volteando para sonreír a Greg, con la otra granada intacta en una de sus manos:—Ahora sí, larguemos de aquí.— Greg intentó responderle, pero su garganta se anudó, cuando vio el peligro emerger de entre las llamas, justo detrás de su amigo.

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