Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
A pesar de su agotamiento, una ira interna tomó posesión de su cuerpo, dotándolo de fuerza y coraje. Hicks era miembro de la tripulación hacía demasiado tiempo como para que Antoine pudiese recordar desde cuando. Al ver a su amigo recostado inmóvil sobre el suelo, mientras un cerco de su propia sangre se abría paso a través de la grava del establo, Favre perdió el control de su mente.
Para su suerte, la maniobra también tomó por sorpresa a Hein, que regocijado en su propio ego, no logró prever el ataque. Tomando impulso para cubrir los pocos pasos que los separaban, Favre intentó asestar una estocada en el tórax del holandés, mientras lanzaba un grito de furia y dolor.
Desprevenido, Piet Hein logró interponer la hoja de su sable para desviar la estocada, haciendo que el golpe se dirigiera hacia la izquierda. Favre percatándose que quedaba en una posición vulnerable, prosiguió con su carga e impactó con su hombro el pecho de Hein. El holandés retrocedió producto del choque, dando algunos pasos hacia atrás hasta afirmarse. Favre no demoró ni un instante y volvió a lanzar una nueva finta, esta vez Hein logró interpretar el movimiento y desvió la estocada corriéndose hacia un costado para no ser alcanzado.
Agitado por la defensa a la cual era exigido, Hein dijo: —Endemoniado pirata, te acabaré igual que a tu amigo. —
Favre respondió mientras lanzaba un nuevo ataque: —Pagarás con tu propia sangre maldito holandés.—
Greg, observando la jugada de Antoine, se dirigió a Umbukeli diciendo: —¡Regresa al túnel, llévate a Edahi, si no volvemos lanza la señal y regresa a la nave!—
Umbukeli giró para regresar al túnel y desapareció en la boca del pasadizo, hundiéndose en su oscuridad. Greg regresó su mirada al frente para ir en ayuda de Favre, pero el cuerpo de un gigante se interpuso.
Gregor quedó firme, empuñando su arma, observando a Roger. Recorrió con su mirada toda su figura, desde su cintura hasta el rostro, percatándose de la dimensión real del sujeto, su contextura y el ancho de sus brazos. No tuvo tiempo para sacar conclusiones, ya que el gigante atacó, demasiado ágil y rápido para su gusto.