Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Desde la costa El Retiro se mecía levemente, al compás de las olas, habían anclado a unos trescientos pies de la playa, lo más cercano que los bancos de arena le permitieron arrimarse a la elegante nave.
El punto designado para adentrarse en la selva fue cuidadosamente designado por Greg, habían virado al sur para llegar a un extremo septentrional del continente, donde la costa penetraba en el Atlántico, como si fuese una cuña. Se encontraban a mitad de camino de los enclaves portugueses y holandeses, y de las colonias españolas, a unas doscientas leguas de las zonas regulares de navegación de dichas armadas.
Con una mano sobre los ojos para cubrirse del sol, Greg observó su nave, y se sintió incómodo al pensar que era visible desde prácticamente cualquier punto de la costa, calculó que cualquier individuo en un radio de cinco leguas podría divisar su figura. Comprendía que la jugada podría costarles caro, pero debían correr el riesgo.
En tierra, habían organizado tres cuadrillas, Nock se encargaría de buscar leña y agua potable, junto a dos marineros y parte de los rehenes que tenían a bordo, incluyendo al señor Du Toit y la Srta Hein. Greg sabía que no intentarían escapar, sería fácil para ellos huir en la profundidad de la selva, pero morirían en horas, producto de las fieras o los nativos.
Él mismo, junto a Edahi y Umbukeli, irían selva adentro. El nativo y el somalí eran verdaderos sabuesos, capaz de seguir el rastro de un pecarí, o cervatillo, incluso en la oscuridad. Iban armados con pistolas, pero su intención era cazar usando lanzas y arcos, ya que un disparo alertaría a la población de la zona.
Por último, unos cinco hombres armados se concentrarían en patrullar los botes, entre ellos el grumete Coise.
Favre por su parte, había quedo a bordo, listo para zarpar.
Todo estaba listo, Greg contempló al mar, giró y miró la línea costera de punta a punta, no podía evitar sentir que estaban siendo observados, esa vieja sensación que ya conocía.
Exclamó: —Bien Hombres, ¡todos saben que hacer, a trabajar! — Con una señal, indicó a Edahi y Umbukeli que lo siguieran, y los tres se adentraron en la selva.
(Nueva ubicación)