Fragmento N°191

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Al oír el grito de la anciana, la fulminó con su mirada:—Maldita vieja.— gruñó mientras continuaba a toda velocidad hacia la plaza principal. ⠀

La callejuela convergió paulatinamente en una calle secundaria, era demasiado temprano para que haya movimiento, pero la luz del amanecer daba la impresión de que en cualquier momento la ciudad recobraría la vida. Supuso que tal vez todos los ciudadanos se encontrarían ocultos, resguardándose a causa de los disparos y explosiones en la bahía.⠀⠀

Recorrió dos bloques hasta llegar a la esquina que daba a solo unos doscientos pies de la plaza de armas. Al asomarse, pudo ver que un guardia resguardaba la entrada, se encontraba de espaldas, observado hacia el exterior, bajo el umbral del portón principal. Sigilosamente Piet Hein cruzó la calle y se ocultó tras la entrada de una casa, podía oír las botas de los soldados que peinaban las calles tras de él.⠀

Manteniéndose pegado a la fachada de los edificios, bordeó la plaza aproximándose por el lado este, hasta llegar a tan solo cincuenta pies de distancia del portón. Antes de avanzar, recorrió con su vista las troneras y el muro, no divisó más soldados. Supuso que el grueso de las fuerzas se encontraban resguardando el muelle o buscando a él y los demás prisioneros liberados por El Celta. Como un depredador al acecho, dio algunos pasos más y aguardó. Hubo una pausa, y al no percibir ningún movimiento singular en el guardia, continuó su aproximación. ⠀⠀

Al llegar a unos pocos pasos de distancia, flanqueándolo por detrás, el soldado giró, pero lo hizo lentamente, como si fuese un gesto repetitivo que realizaba en su guardia solo para validar que ocurría en el lado interno. Al girar, se sorprendió de ver una figura tan cerca, pero ya era tarde.⠀⠀

Hein aceleró, y hundió su sable en la boca del estómago del soldado. Era un joven, de no más de dieciocho años, al sentir el acero en su cuerpo tartamudeó, y su cabeza se recostó sobre el hombro del holandés.⠀⠀

Sin decir una palabra, Piet Hein extrajo su arma del cuerpo, y sin mirar al joven, corrió hacia el exterior. Se dirigía hacia la bahía.

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