Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Al abandonar la ciudad pudo percibir como el sonido de la ciudadela iba quedando a lo lejos. Piet Hein atravesó rápidamente la zona llana sin árboles que rodeaba el perímetro, y se adentró en la espesura. Descendió en dirección a la costa, hacia la bahía. Supuso que los guardias de la guarnición aún estarían buscándolo entre las callejuelas, o tratando de recapturar a todos los prisioneros liberados. Oyó algunas explosiones, pensó en que tal vez seria algún disparo perdido de las escaramuzas en la ciudadela, pero al aproximarse aún más a la playa volvió a oír otro sonido, mucho más fuerte que el disparo de un mosquete.
Sus botas rozaron arena que se entremezclaba con la hierba, entonces se percató que estaba cerca del mar, con su sable corrió algunas ramas y hojas de palmera que interrumpían su paso y quedó de pie observando la bahía. Tuvo una visión completa de todas las naves ancladas. Se percató que El Mercurio no estaba en su posición original, la nave se encontraba maniobrando tratando de desprenderse de restos que colgaban de su proa. En ese instante El Mercurio disparó sus cañones y el holandés pudo ver a que nave se enfrentaba.
Una furia infinita ardió consumiéndolo, gritó colérico: —¡Lo mataré, mataré a ese maldito y a todos los perros que navegan con él!—
Frenéticamente giró y se dirigió a un seto que se encontraba sobre la línea de vegetación, violentamente retiró las ramas para descubrir el pequeño bote en el cual habían desembarcado. Tomó la embarcación por el gancho de proa y tiró de él para moverla. La nave cedió y se deslizó mientras Hein tiraba de ella dirigiéndose al mar.
A medida que se adentraba en el agua, maldecía y reía esquizofrénico:— ¡Lo haré con mis propias manos!¡Lentamente!—
El agua tuvo la profundidad suficiente para que pudiese subirse al bote y comenzar a remar en dirección a El Mercurio.
Mientras remaba agitadamente, tomó una de las pistolas de la gaveta y disparó al aire para indicar su aproximación.
A lo lejos, el vigía de su nave, uno de los galeones mejor armados del Atlántico, divisó la pequeña pluma de humo de su pistola.