Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Umbukeli deslizó el cuerpo de Edahi suavemente hasta dejarlo caer en la cubierta. Fausto se acercó y se inclinó junto al nativo, examinando cuidadosamente sus extremidades. Justo en ese instante el cuerpo de Gregor emergió por la barandilla asomándose. Sobre su espalda iba el pequeño Mnyma, abrazándolo y rodeándolo con sus piernas como si se tratase de una cría sujeta a su madre.
Al aterrizar sobre la cubierta, Mnyma se desprendió de Gregor y quedó de pie junto a este, abrazando su pierna. La imagen de Greg no era mucho mejor que la de Favre, ambos tenían heridas en varias partes del cuerpo y estaban cubiertos de sangre, cenizas y suciedad por doquier. Arthur y Elizabeth se acercaron velozmente.
Arthur rompió el silencio, sus miedos y ansiedad le jugaron una mala pasada y lanzó la pregunta que temía:—Capitán,… ¿Dónde se encuentra Hicks?—
Gregor cerró los ojos y negó con su cabeza lentamente.
Arthur quedó en silencio, sin poder reaccionar a la respuesta.
Detectando la situación, Elizabeth realizó su mejor esfuerzo para no develar sus emociones, y se dirigió hacia Mnyma posando su mano en la cabeza del pequeño:—Mnyma, ¿Quieres venir conmigo?— dijo tiernamente.
Mnyma hundió su cabeza en el estomago de Greg y lo abrazó aún con más fuerza.
Gregor miró a los ojos de Elizabeth diciendo:—Fue una jornada dura, deberías llevarlo a tu camarote. Algo de comer y un descanso lo animará.—
Quería decirle otra cosa, quería abrazarla, pero no podía, acababa de perder a uno de los suyos y se encontraban en un peligro inminente, debía demostrar su liderazgo frente a hombres.
Posando una mano sobre el hombro de Mnyma dijo:—Vamos, la Srta Hein te dará algo delicioso de comer, luego yo iré a verte.—
Mnyma accedió y liberó el cuerpo de Greg. Con un gesto amable, Elizabeth lo tomó de la mano y lo llevó cubierta abajo.
Al ver que Elizabeth desaparecía por las escalinatas con Mnyma, Greg se acercó a Fausto:—Dime ¿qué puedes hacer por él?— dijo, refiriéndose a Edahi. Antes de que Fausto respondiera, Arthur volvió a hablar:—Señor, tenemos un problema con la mesana.—