Fragmento N°199

Lee la historia completa desde el Fragmento N°1

—¿Entonces?, ¿Qué tiene en mente capitán?— dijo Favre.

Greg miró a Arthur y ordenó:—Rumbo nornoreste.—

Arthur sin dudar giró y repitió la orden al timonel.

Greg se agachó y comenzó a escudriñar las gavetas debajo de la mesa. En silencio Favre aguardaba indicaciones mientras el mismo limpiaba sus heridas, se había quitado su camisa, destrozada por múltiples laceraciones, y ahora su torso estaba descubierto. Tenía cortes a lo largo de su espalda, brazos y en los costados, su camisa destrozada era ahora un trapo que utilizaba para limpiar las heridas.

Gregor extrajo un rollo de pergamino amarillento y lo desplegó sobre la mesada. Comenzó a trazar líneas con su dedo indice y luego dijo:—Hay una cadena de islas al norte de aquí, justo antes de entrar a mar abierto.—

Mientras ejercía presión sobre una de sus heridas, Favre se puso de pie y se acercó para observar. Umbukeli también se inclinó sutilmente para ver el punto que Greg señalaba.

Gregor prosiguió:—La más cercana de estas islas está a unas setenta millas.—

Los tres hicieron una pausa coordinada para mirar el cielo y ver la posición del sol. Era media mañana.

Favre acotó:—Nueve horas, diez tal vez.—

Arthur dijo:—Eso si la mesana resiste.—

Gregor asintió:—Debemos mantener la distancia hasta llegar a esos islotes. Al caer la noche podremos prescindir de la mesana, no necesitaremos la velocidad para perderlos entre los arrecifes y archipiélagos.—

Favre hizo una mueca pensativa, luego dijo:—Nuestro calado y manga es menor, tal vez tengamos alguna chance. Eso si logramos sostener la distancia entre ambas naves hasta el anochecer.

—Así es.— Respondió Greg.

Favre culminó:—Pues bien, iré a alistarme, si esos malditos nos alcanzan, prefiero presentar batalla con una camisa limpia al menos.—

Gregor rio y lanzó un suspiro. Vio como sus hombres descendían la escalinata del alcázar y giró para observar nuevamente el horizonte con su catalejo.

A lo lejos, casi imperceptible, yacía El Mercurio. Una sensación fría en su espalda le indicaba que estaba un poco más cerca que la última vez que lo había visto.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: