Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Al abandonar la galería de tiro, Gregor se adentró aún más en el interior de el Retiro, dirigiéndose hacia los camarotes.
Antes de llegar al camarote de Elizabeth, Gregor atravesó el umbral de la enfermería, y pudo ver a través de la puerta el interior del habitáculo. Fausto se encontraba tratando a un marinero cuyo brazo había sido alcanzado por una esquirla de madera, dejando numerosas astillas incrustadas sobre su biceps y hombro. El sujeto gruñía y mordía un trozo de cuero desgastado mientras Fausto tiraba de las astillas para retirarlas de su cuerpo. Al notar la presencia de Greg, Fausto alzó levemente su mirada y dijo: —Nada grave, solo algunas astillas. Nada que un trago no pueda recomponer. ¿Buscas a Edahi?—
Rápidamente Greg dijo:—Ehh, si si, ¿No se encuentra aquí?—
Fausto respondió mientras retiraba una astilla de un tirón:—Su estado es frágil, supuse que lo más apropiado era dejarlo en su camarote capitán. Allí no deberá soportar los sonidos de mi labor.—
Gregor asintió en silencio y respondió:—Estoy de acuerdo. Iré a verlo, continua con tus tareas.—
Greg prosiguió a lo largo del corredor. Para su satisfacción, su camarote estaba justo al final, por lo cual debía pasar obligatoriamente por el de Elizabeth antes de llegar al suyo. Al acercarse a la puerta hizo una pausa e intentó oír lo que dentro del habitáculo sucedía. Posó su oído lo más cerca que pudo de la puerta y aguardó un instante. Si bien en el interior de la nave repercutían todos los sonidos provenientes de los movimientos que se estaban desarrollando, ocasionalmente se generaba una pausa de silencio que le permitía escuchar con mayor claridad.
Luego de algunos segundos en silencio, Greg alzó su mano para golpear sutilmente la puerta. Suavemente con su puño hizo dos golpes en la madera tosca. Hubo un instante de silencio y aguardó. Al no oír movimiento ni señales de apertura, quedó allí inmóvil, esperando. Finalmente tomó envión con su mano para golpear nuevamente, pero antes de que su puño golpeara la madera una vez más, la puerta se abrió y la voz de Elizabeth emergió.