Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Pasaron varios segundos durante los cuales ambos quedaron en silencio. Con el correr del tiempo, la respiración de Elizabeth amainó y su cuerpo fue relajándose.
—¿Te encuentras bien?— dijo Greg, la consulta resultaba vacía e insulsa, pero su mente se encontraba confusa y fue lo mejor que arrojó para relajar la situación.
Al oírlo, ella se separó del cuerpo de Greg y le dio la espalda. Elizabeth giró y secó su rostro rápidamente con sus mangas para ocultar sus lágrimas, luego volvió a enfrentar a Greg. A pesar de haberse secado, podía percibirse con claridad los surcos aún húmedos que recorrían sus mejillas.
Ella dijo:—Debo admitir que no es fácil ver como la nave en la cual he pasado varios años es atacada por hombres a los cuales estoy ayudando.—
Greg asintió diciendo: —Comprendo.—
Elizabeth prosiguió:—Pero por otro lado, encuentro aquí, en esta nave y en compañía de tus hombres, una libertad de la cual no tengo registro.—
Gregor buscó aliviar su dolor:—Jamás te obligaríamos a hacer algo contra tus convicciones, nos alegra saber que estás a gusto con nosotros, además …—
Ella lo interrumpió:—Es que tu no comprendes Aidan, no tienes dimensión de que es vivir con ese hombre… acatar sus ordenes, ser testigo de lo que él ha hecho.—
Greg intentó hablar, pero ella hizo un gesto con su mano para que se detuviera.
Continuó:—No entiendes la importancia que tengo para mi padre, ni todo lo que él está dispuesto a sacrificar para que yo regrese a su lado.—
Gregor estaba confundido:—¿A qué te refieres con la importancia que tienes para tu padre?—
Era como si Elizabeth tratara de hacerle entender que había algo más allá de la relación padre e hija, algo más relevante.
Ella respondió:—Durante años, mi padre ha confiado solo en mí. Se cosas que pueden generarle una gran pérdida si caen en manos de sus enemigos.—
Greg posó una mano sobre el hombro de Elizabeth y mirándola a los ojos dijo:—¿Es por eso que no nos ha dado tregua desde que te encuentras con nosotros?—
Antes de que ella pudiese responder, la puerta sonó y la voz de Favre llegó hasta ellos.