Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
La jungla era espesa, dificultaba los movimientos de los tres hombres. La vegetación se alineaba en capas, un primer nivel atiborrado de arbustos que no superaban las caderas de un hombre, era la que generaba la mayor dificultad para avanzar. Sobre estos arbustos, se extendía una segunda capa de pequeños árboles y palmeras, que con sus hojas anchas y redondeadas golpeaban sus rostros a medida que penetraban en la maleza. Y un nivel más alto, de árboles y lianas, que obstruían los rayos del sol, pero retenían la humedad y la temperatura, generando una sensación ardiente de un infierno verde.
Seguían un camino marcado por los animales de la zona, que los había llevado a un estanque, donde hallaron un pequeño ciervo hembra bebiendo sobre la orilla. Umbukeli logró acertarle con su lanza desde unos 60 pies, y el animal cayó rendido, para que luego el somalí pudiese otorgarle un remate rápido. Lo habían ocultado en la copa de un árbol, para que no fuese presa de los carroñeros, y pudiesen recogerlo en su camino de regreso a la costa.
Luego del estanque, llevaban más de una hora de marcha siguiendo el rastro de un pécari. Iban los tres en fila india, Edahi al frente, Greg al centro y Umbukeli detrás. Fue allí cuando Greg habló por primera vez luego de casi dos horas: —Aquí la huella se hace más clara. —
Aminoró la marcha, y se colocó en cuclillas sobre el suelo, señalando un palmo de tierra, el somalí y el nativo se agacharon con él formando un círculo cerrado.
En un tono suave, haciendo con su mano un recorrido sobre el suelo como si estuviese indicando algo, preguntó: —¿Alguien más lo notó? —
Edahi emitió un gruñido en señal de afirmación.
Greg prosiguió: —Nos están siguiendo, al menos son cuatro, sino más. —
—Prácticamente desde que nos separamos de la costa. — indicó Edahi.
Greg asintió levemente, mientras continuaba su actuación con el rastro “inexistente”. Pensó: “Son astutos los malditos, dejan que nos adentremos en la jungla, aguardando que nos separemos lo suficiente de la costa, aislándonos del resto.”
Continuó su actuación, y comenzó a calcular que posibilidades tenían.