Fragmento N°210

Lee la historia completa desde el Fragmento N°1

Su apariencia dejaba que desear, incluso para él, fue por ello que Hein decidió descender a su camarote para cambiar su ropa una vez que todos sus hombres se encontraban realizando los preparativos para la batalla. Mientras se cambiaba y aseaba, un cabo se encontraba haciendo guardia en su puerta. Cada diez minutos, el cabo recitaba:—Mismo curso, mismo rumbo, misma aproximación.—

El cabo, recibía estas indicaciones desde la cubierta superior, donde se encontraba el oficial Jameson junto al timonel de la nave. Cada diez minutos, el oficial indicaba curso, rumbo y la aproximación inferida entre El Mercurio y El Retiro. Luego, un marinero descendía hasta a cubierta inferior y recitaba las indicaciones al cabo que se encontraba junto a la puerta del camarote de Hein. El cabo, al recibir las noticias, replicaba el mensaje en un tono que era audible desde el interior del habitáculo en el cual Piet Hein se encontraba.

El holandés se había desecho de su ropa, y se encontraba lavándose el rostro y torso. Disfrutaba de la imagen escalofriante que imprimía sobre sus hombres, el placer de percatarse de el miedo en sus rostros. Pero era un caballero, nada menos que el Vicealmirante Hein, por lo que decidió alistarse para su próxima batalla. Si iba a acabar con esa alimaña escocesa, lo haría de forma elegante, lenta y dolorosa.

Mientras lavaba la sangre seca que tenía en su rostro, la voz del cabo surgió nuevamente:—Mismo curso, mismo rumbo, …—

Antes de que terminase de recitar la información, el cabo se detuvo y un murmullo se oyó. Al parecer el sujeto se encontraba discutiendo en voz baja con quien le transmitía la información. Hein pudo oír que el joven cabo decía:—…si la información no es correcta me colgará del palo mayor…—

Desnudo y aún cubierto de sangre y suciedad, Hein se dirigió hacia la puerta y la abrió súbitamente diciendo:—Mismo curso, mismo rumbo, ¿y?—

El cabo titubeó al verlo y dijo:—Al parecer señor…es mayor la aproximación, estamos más cerca.—

Piet Hein cerró la puerta sin decir una palabra, sonrió en silencio, el destino parecía estar de su lado.

Deja un comentario

A %d blogueros les gusta esto: