Lee la historia completa desde el Fragmento N°1
Adormecido, Mnyma se retorció y balbuceó algo inentendible mientras se acurrucaba aún más. Durante un instante, Gregor y Elizabeth quedaron en silencio, observándolo, y aguardando su reacción para saber si se había despertado o no. Al ver que Mnyma continuaba inmerso en su sueño, Elizabeth prosiguió:⠀
—El vice almirante Piet Hein ha construido su fama, su rango y su historia, en base a un nido de mentiras, muertes y engaño.—
Greg asintió en silencio, aguardando a que ella continuara.
Elizabeth suspiró y volvió a hablar:—Esta llave tiene una gemela., ambas sirven para abrir la misma bóveda. La otra se encuentra en manos de mi hermano Cees, en Róterdam.—⠀
Gregor, sin pensarlo arrojó impulsivamente:—¿Qué hay en la bóveda?—
Elizabeth lo miró fijo a los ojos, tratando de leer las intenciones de Greg en su mirada. Como si no hubiese oído la pregunta, prosiguió:—Esta llave no siempre ha estado en mí poder, a pesar de que yo siempre he tenido conocimiento de su existencia.—
Gregor se retorcía por dentro, necesitaba responder a la marea de preguntas que invadían en su interior. Impaciente, insitió:—¿Quién poseía la llave antes?, ¿Tu padre?, ¿Qué hay en la bóveda?—
Elizabeth respondió:—Mi padre jamás confiaría en mí esta llave.— Hizo una pausa para elevar su mano derecha y tomar el prendedor que se escondía inmerso en su cabello rojizo.—
Al desanudar el prendedor, su pelo cayó libre sobre sus hombros, cubriéndole parte del rostro. Volvió a colocar el pequeño objeto sobre su regazo, tomándolo con ambas manos.
—Tu conociste a su anterior portador Gregor, ¿En quien más podría confiar sus pertenencias personales el vice almirante Piet Hein?— intimó ella.
Gregor se sintió aturdido, ahora él era responsable de dar respuestas, quedó un instante en silencio.
Ella completó:—El pobre hombre jamás supo el valor que estaba transportando. Para él era un simple objeto que su señor le encomendaba entregar a su hijo en Róterdam. Murió sin saberlo,—
Gregor dudó un segundo pero luego comprendió, en tono de duda respondió:—Su secretario, el hombrecillo pequeño, ¿Du Toit, verdad?—