Fragmento N°221

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Gregor se encontraba aturdido, su mente no lograba comprender lo que oía, pero con cada segundo que transcurría se percataba que las palabras de Elizabeth tenían sentido. Comenzó a caminar a lo largo del pequeño habitáculo frotándose la barbilla, atónito por la información que acababan de arrojar sobre él. El camarote era muy angosto, por lo cual apenas podía realizar un par de pasos antes de retomar su trayecto en la dirección contraria. Súbitamente se frenó y dirigiéndose a ella dijo:—Hay algo que aún no comprendo, dices que Du Toit no sabía el contenido de la carta ni conocía el verdadero valor de la llave, ¿verdad?.—⠀

Elizabeth asintió mientras secaba su mejilla con el puño de su camisa diciendo:—La carta se encontraba cerrada, en perfecto estado.—⠀

Greg continuaba de pie, en el centro del camarote, su mirada se cernía sobre ella, debatiéndose por dentro si confiar en su relato o no. Consultó:—¿Y cómo fue que tu lograste hacerte con la llave sin que el hombrecillo se percatase? ¿o sin que lograra descubrir que la carta se encontraba abierta?—⠀

Un cuestión de orgullo generaba que ella sostuviera su mirada, como si la verdad y su vida dependieran de ello. Elizabeth respondió:—La noche que tu nos interceptaste, antes que lograsen abordar nuestro barco, el Sr Du Toit cumplió con su palabra, y quemó la carta tal cual le fue encomendado. Siguiendo las órdenes de su superior, también resguardó este objeto, se tomó muy en serio la advertencia que era preferible morir, a ser rescatado sin este pequeño pedazo de metal. —⠀

Mientras hablaba, ella sostenía el prendedor sobre su regazo, cubriéndolo con ambas manos.⠀

Ella prosiguió:—Esa tarde, cuando fuimos atacados en la playa por nativos mientras recolectábamos víveres, supe que era el momento de hacerme con la llave. Cuando nos retirábamos hacia los botes y tratábamos de evacuar a los heridos, pude acercarme hasta su cadáver. La llave se encontraba allí, en su bolsillo.—⠀

Greg la interrumpió:—Tan aterrado por la sombra de la muerte, que prefirió llevarla consigo mismo no importara dónde fuese.—⠀

Hubo una pausa de silencio, Elizabeth aún sostenía su mirada, apenas parpadeaba, necesitaba saber si él confiaba en su palabra.⠀

Gregor habló:—¿Alguna idea sobre qué abre esa llave?¿o a qué da acceso?—⠀

Elizabeth bajó su vista, y posó su mirada en el pequeño prendedor, dijo:—No, pero debe ser algo importante para que valga la pena recorrer los océanos y matar decenas de personas por el—

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