Fragmento N°237

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La navegación a lo largo del archipiélago había resultado demasiado peligrosa, incluso para el vice almirante Piet Hein. Luego de haber realizado algunas maniobras a través de los estrechos internos del cayo en busca de El Celta, Hein decidió cambiar de estrategia. Ordenó a su timonel abandonar la parte interna y bordear la formación de islas sin adentrarse en los canales interiores. Hein suponía que El Celta intentaría alcanzar mar abierto durante la noche, una vez que hubiese logrado evadirlos. Es por eso que el holandés dirigió su nave al borde sur del archipiélago, con esperanzas de avistar a Greg y sus hombres cuando estos tratasen de salir a mar abierto.⠀

Mientras navegaban en dirección nornoreste, Hein ordenaba lanzar una bengala ocasionalmente cuando atravesaban alguna bahía o canal. Cada vez que los hombres apostados en la proa lanzaban un proyectil para iluminar la zona frente a ellos, la tripulación se tensionaba, expectante ante lo que descubrirían. A pensar del nerviosismo que reinaba, el holandés había recuperado la serenidad paulatinamente, a medida que las horas transcurrían era evidente que sus chances de encontrar a sus enemigos aumentaban según se acercara el amanecer. Sin comprender por qué, habían recortado mucha distancia en el ultimo tramo de la persecución a una nave algo más veloz que la de ellos, lo cual evidenciaba que El Celta tenía algún tipo de inconveniente. Lo cual llevaba a Piet Hein a pensar que Gregor debería salir a mar abierto pronto, si buscaba alejarse durante la noche lo suficiente como para no ser avistado cuando amanezca.⠀

Pero luego de algunas horas, Hein comenzó a impacientarse al notar que se estaban quedando sin proyectiles para iluminar en la noche. Al agotar las bengalas volverían a estar a ciegas y eso equivaldría a tener que esperar hasta el amanecer.⠀

Se estaban aproximando a un brazo del archipiélago que emergía entre dos grandes fragmentos de tierra, y Hein decidió lanzar una bengala nuevamente.⠀

El oficial Jameson se encontraba junto a los marineros que manipulaban los proyectiles, Hein desde el alcázar inclinó su cabeza en señal de aprobación, y Jameson replicó la orden a ambos marineros. Uno de los hombres sostuvo la bengala recostándola sobre la plataforma que habían construido para dicho propósito, mientras el otro acercaba la llama para encender el proyectil. Nuevamente se generó una pausa que contuvo la expectativa de todos a bordo mientras la mecha se consumía rápidamente.⠀

Finalmente la un silbido agudo surgió cuando el proyectil salió disparado hacia la proa. A medida que avanzaba, la costa delante de ellos iba revelándose paulatinamente hasta que la luz que irradiaba les permitió observar con mayor claridad la desembocadura del estrecho que estaba por delante de ellos. Al principió Hein no pudo tener completa certeza de lo que sus ojos se encontraban viendo, creyó que se trataría de otro islote generado por la corriente marina de esa zona.⠀

Pero cuando le proyectil llegó a su máxima altura y agotando la pólvora en su interior, se consumió completamente en llamas, permitiéndole ver con claridad las velas del navío que tenían delante de ellos. Dio un paso al frente y tomó con ambas manos la barandilla del alcázar para inclinarse hacia adelante lo más posible, luego gritó a viva voz:—¡Son ellos!, ¡fuego!—⠀

No fue necesario que Jameson replicara la orden a sus hombres. Al oír la voz de su propio capitán, la batería de proa abrió fuego, y el Mercurio se estremeció.

Procesando…
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