Fragmento N°240

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En las cubiertas inferiores reinaba el silencio, los hombres se encontraban posicionados en sus respectivas cuadrillas, listos para alimentar las culebrinas en cuanto fuese necesario. Favre era el líder su equipo, se encontraba en la parte trasera de una de las baterías, observando por el recuadro de la tronera hacia el exterior. Mientras sostenía su vista a través de la apertura, su mano derecha acariciaba el metal rugoso del cañón, y con su izquierda mantenía aferrada la empuñadura de su espada.⠀

Algunos pasos por detrás de él, Umbukeli se encontraba junto a los pertrechos. El somalí se encargaría de reabastecer las cuadrillas que necesitasen munición o pólvora, su incapacidad para hablar le impedía comandar los grupos de artilleros, aunque bien comprendía el funcionamiento de dichas armas.⠀

Favre giró para observar el clima en el interior de la galería, en plena oscuridad reconoció varias siluetas de sus hombres, y percibió el nerviosismo en el aire. Creyó oportuno decir algunas palabras tranquilizadoras, pero justo en el instante en el que su boca se abrió, un ruido lo interrumpió. Comprendió que el sonido provenía de una distancia cercana y se aproximó a la tronera para poder observar con mayor detenimiento. Al llegar a la pequeña ventana de madera, asomó su cabeza al exterior y pudo tener un mejor panorama de que estaba ocurriendo. Un destello en el cielo iluminaba el océano, permitiendole ver con claridad una nave a estribor que los estaba flanqueando. Por dentro pensó:»El maldito nos ha encontrado».⠀

En ese momento, pudo apreciar el destello que se generó en la proa de la nave holandesa cuando esta disparó y al verlo Favre giró y gritó:—¡A cubierto, nos disparan!—⠀

Luego de alertar a sus hombres, el galo se apresuró a regresar a su posición en la retaguardia de su cañón. Mientras daba los tres pasos que lo separaban de la parte trasera de la culebrina, pudo oír la madera crujir cuando el primer disparo los alcanzó.⠀

Trastabilló, pero logró colocarse en su lugar para guiar a sus artilleros. Por la naturaleza del crujido, comprendió que ninguno de los disparos había atravesado la estructura de la nave.⠀

Al observar desde la parte posterior de la culebrina, un frío recorrió su espalda al percatarse que no tenían a la nave de Hein en rango de tiro. Los holandeses se encontraban a estribor pero por delante de El Retiro, necesitarían que la nave girase algunos grados para que los colocara en posición a todos. En voz baja pero audible, Favre dijo:—Vamos Gregor, ¿qué esperas maldita sea?—⠀

Pero inmediatamente percibió como el retiro giraba lentamente para darles mejor ángulo. A su lado, el cabo Smith guiaba otra cuadrilla, al ver que la nave giraba para permitirles disparar, Smith dijo con tono bromista:—No debería dudar del capitán, señor.—⠀

El galo respondió:—No fueron dudas, solo un pequeño pedido de celeridad en esta situación.—⠀

Favre volvió a elevar la voz para dirigirse a todas las cuadrillas:—¡A mi señal!, dejemos a esos holandeses llenos de agujeros como un queso.— ⠀

Aún restaban unos pocos grados para que todos los cañones estuviesen en posición, cuando otra andanada los alcanzó, y uno de los disparos logro penetrar el casco a pocos pies de él.⠀

Procesando…
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