Lee El Llamado del Ocaso desde el Fragmento N°1
Al girar para escapar de los holandeses, el nuevo curso dejó fuera de ángulo las baterías laterales. Favre se dirigió a Elizabeth diciendo:—Srta Hein, debo subir para ayudar en la defensa de la cubierta.—⠀
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Elizabeth dudó un instante mientras Favre apretaba con fuerza el rudimentario vendaje que había improvisado sobre su brazo herido. El galo prosiguió:—Confío en que Umbukeli y usted se las arreglarán sin mí.—⠀
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Ella asintió y luego observó a su alrededor para poder observar con mayor detenimiento en qué estado se encontraba la situación. Las constantes descargas de las culebrinas habían expulsado hollín por todo el piso de la galería de tiro. Sobre el suelo, el hollín se había mezclado con trozos de mecha, astillas, manchones de sangre, y numerosas marcas de pisadas decoraban cada rincón. La adrenalina de la batalla había provocado un shock en su cuerpo, percatándose de su mirada perdida, Favre dijo:—¿Se encuentra bien Srta Hein?—⠀
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En su mente, los sonidos de la lucha, se mezclaban con las detonaciones aún latentes de los cañones, y los recuerdos del hombre que comandaba la nave que ahora los acechaba. —¿Srta Hein?— insistió el galo.⠀
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Ella giró repentinamente su cabeza para observar a Favre, luego dijo:—Estaremos bien.—⠀
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Favre asintió y antes e partir se aproximó a la batería contigua donde se encontraba el cabo Smith. Dirigiéndose a él dijo:—Quedas a cargo, recarga para darles una ultima andanada antes de que intenten abordarnos, luego únete en la defensa.—⠀
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Smith afirmó:—Como ordene.—⠀
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Una serie de detonaciones sacudió la nave. En el extremo opuesto, dos cuadrillas, entre ellas la liderada por Umbukeli, continuaban disparando los cañones de popa, tratando de contener el avance de la nave holandesa.⠀
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Favre volteó y se encaminó hacia la salida, luego desapareció al doblar en el corredor que conducía a las escalinatas.⠀
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Elizabeth no demoró en dirigirse a su cuadrilla:—Debemos recargar y prepararnos para rechazarlos.—⠀
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El grupo de marineros que la rodeaba comenzó a alimentar nuevamente la culebrina. A su lado Smith imitó sus movimiento y puso en marcha a su equipo. Mientras las dos baterías traseras trataban de sostener el fuego, los demás hombres se aprestaban a dejar los cañones listos para una última descarga antes de pasar al combate cuerpo a cuerpo.⠀
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En cuanto la nave de Piet Hein intentara abordarlos, realizarían una andanada cuando la nave holandesa se colocara paralela a ellos, y luego tratarían de repeler el abordaje. Luchando con espadas, alfanjes, pistolas y todo lo que tuvieran a su alcance.⠀
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Súbitamente un golpe sacudió la nave entera y El Retiro se estremeció. Elizabeth tuvo que apoyar su mano sobre uno de los mamparos para no caer al suelo. Bruscamente la nave giró y comenzó a ladearse. Era un movimiento tosco, poco preciso, probablemente involuntario supuso ella. ⠀
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Smith elevó su voz preguntando:—¿Le han dado al timón?—⠀
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