Fragmento N°255

El Llamado del Ocaso

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Gregor intuía que el asalto final estaba por darse. La nave holandesa machacaba la popa de El Retiro, detrás de ellos un rastro de despojos y escombros los seguía, fragmentos de la estructura que se desprendían con cada impacto. Más allá, El Mercurio se aproximaba, a paso acelerado. Entre los escombros que flotaban entre ambas naves, Greg lograba avistar al menos dos plataformas, flotando con inofensiva apariencia, acercándose poco a poco a su blanco. Por la trayectoria y el tiempo transcurrido, Greg se había percatado que eran las ultimas dos plataformas las que lograba divisar. Trató de concentrarse en otra cuestión para no pensar en lo que podría haberle ocurrido a los explosivos.⠀

El curso de la nave holandesa le permitía a Greg interpretar sus movimientos, si bien ahora los perseguían por detrás, poco a poco pudo notar como la proa de sus enemigos comenzaba a virar abriéndose sutilmente, para luego colocarse paralelos al momento previo a ser abordarlos. Por dentro percibía que en cualquier momento debía suceder alguna de las detonaciones de las plataformas, su mente calculaba constantemente los minutos que deberían haber transcurrido, preguntándose qué habría salido mal.⠀

«¿Por qué no estallan maldita sea?» repetía por dentro.⠀

Se encontraba de cuclillas, recostado sobre la barandilla. Elevó su vista para observar los marineros que se encontraban sobre la cofa, dispuestos con varios mosquetes, listos para barrer la cubierta holandesa en cuanto estuvieran en rango de tiro. Recorrió a su alrededor en busca de distraer sus pensamientos y despejar su ansiedad. A su lado, Arthur se encontraba tenso, empuñando su espada y con su mano herida sosteniendo una pistola. ⠀

Algunas detonaciones internas estremecieron la nave, eran las baterías de popa que continuaban repeliendo el fuego holandés. Pero seguidamente, una serie de impactos hicieron zozobrar la la embarcación, y esta viró abruptamente, haciendo que Greg cayera al suelo.⠀

Intentó ponerse de pie rápidamente pero la nave se sacudía, y tuvo que apoyar sus manos en la cubierta para incorporarse.⠀

—¿Qué ocurre?— dijo Arthur.⠀

Greg alzó su vista al alcázar para observar al timonel, el sujeto luchaba con el aparejo pero este parecía no reaccionar.⠀

Al ver la mirada de Gregor, Arthur observó al timonel y alarmado dijo:— ¡¿Le han dado al timón?!—⠀

Greg no respondió, se encontraba abrumado, el impacto lo había aturdido, pero por dentro comprendía que Arthur estaba en lo cierto. Sin timón no habría batalla, no habría honor, los acribillarían, como si estuviesen practicando tiro con un trozo de madera que flotaba inerte en el océano. No podía responderle a Arthur, o a cualquiera de sus hombres, que estaban sentenciados.⠀

Al colocarse de pie, intentó hablar, pero una nueva detonación lo sorprendió. Esta vez algo más lejana, detrás de ellos, muy superior a cualquier explosión que un cañón pudiese generar. El estallido fue tal, que Greg debió arrojarse instintivamente bajo la barandilla para cubrirse. Luego se percató que una sola cosa era capaz de generar tamaña detonación, las plataformas.⠀

Se puso de pie nuevamente y colocó las manos sobre la baranda para sacar su cuerpo fuera de la nave y observar hacía atrás. Una columna de agua se elevaba detrás de la nave holandesa, superando incluso la altura del palo mayor de El Mercurio. Greg pudo percibir que la confusión reinaba sobre la cubierta enemiga, ya que se encontraban lo suficientemente cerca como para ver sus movimientos sin necesidad de un catalejo.⠀

La primera de las plataformas había sobrepasado la nave de Hein, y estallado por detrás. Greg buscó desesperadamente con su vista los demás barriles, logró divisar solo uno, a pocos pies por delante de El Mercurio. Pero antes de que pudiese hacer cualquier calculo, otra enorme explosión ocurrió. ⠀

Procesando…
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