Lee El Llamado del Ocaso desde el Fragmento N°1
La detonación alcanzó la proa de El Mercurio, haciendo que toda la nave se elevase por sobre el agua varios pies, quedando suspendida un instante en el aire. La plataforma estaba a una distancia al menos dos cuerpos al estallar, si el impacto hubiese sido directo, la mitad del barco hubiese desaparecido en un segundo. Al despedazarse, las cubiertas inferiores lograron absorber parte de la onda de expansiva, pero las vibraciones desencadenas diezmaron la estructura del galeón.⠀
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La onda expansiva se trasladó a través de todos los mamparos, destrozando lo que quedaba del mascarón y haciendo colapsar la parte frontal de la nave. Piet Hein, que se encontraba observando desde a barandilla, fue eyectado hacia atrás, cayendo de espaldas junto a la escalinata del alcázar. Aturdido, el holandés intento ponerse de pie, pero el palo de trinquete cedió y cayó hacia atrás en llamas, enredándose con el palo mayor, arrojando andamios, cuerdas y trozos de madera sobre él. ⠀
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Al tratar de incorporarse, notó que parte de su cuerpo permanecía obstaculizado, y pudo ver como varios escombros incendiados le impedían mover libremente sus pies. Con sus manos removió con dificultad trozos de vela, cuerdas y varios fragmentos de madera. Al erguirse finalmente, trastabilló con los escombros que antes lo mantenían inmóvil, y agachó su vista para comprender que era lo que lo había hecho tropezar. ⠀
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Enredado entre los aparejos, se encontraba el cuerpo de un joven marinero, el sujeto debería haber estado manipulando el velamen sobre el palo de trinquete cuando este colapsó, Su cuerpo estaba quemado en gran parte, y la gran mayoría de su ropa eran simples retazos chamuscados.⠀
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La cubierta era el escenario de una batalla, varios hombres se encontraban desperdigados en el suelo, otros heridos tambaleándose mientras tropezaban al caminar.⠀
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Hein observó hacia la proa y pudo notar como el agua que ingresaba, comenzaba a inclinar la nave hacia adelante.⠀
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Trató de subir la escalinata hacia el alcázar pero los primeros pasos fueron imprecisos, como si estuviese bajo el efecto un tonel de ron. Al llegar al timón, notó que no había ningún marino tripulando la nave, tomó el timón él mismo y gritó al marinero que se encontraba más cerca:—Trae al oficial Jameson ahora mismo!—⠀
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El grumete asintió y corrió entre los escombros humeantes hasta encontrar al oficial en el otro extremo de la nave, en lo que antes era la proa. Al hablar con el grumete, Jameson giro y aceleró el paso en dirección al alcázar. Subió la escalinata y Hein pudo observar que e oficial sangraba copiosamente de una herida a la altura de la cintura. Si dar indicios de relevancia respecto a la hemorragia de su oficial, Hein dijo:—Quiero que todos los hombres se preparen para abordar esa nave. Todos, repito ¡todos! sin excepción. Una vez que acabemos con ellos navegaremos en su barco.—⠀
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Jameson hizo una mueca de dolor al inflar sus pulmones para hablar:—Señor, ¿abandonamos la nave?—⠀
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Hein respondió:—¿Acaso no me has oído idiota? ¡No hay más nave! Nos hundimos maldita sea, que todos los hombres se alisten para abordar.—⠀
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Jameson giró y bajó las escalinatas para organizar las fuerzas restantes, esta vez no reparó en ningún saludo antes de darle la espalda a su capitán. ⠀
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Aún con las bajas de la explosión superaban en número a El Celta, pero ahora no luchaban por la victoria, luchaban por sus vidas. ⠀