Fragmento N°267

El Llamado del Ocaso

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Al intentar girar, su cuerpo no respondió, como si una parte de sí mismo se encontrara anclada y lo retuviese en el lugar donde se encontraba. Nuevamente Greg intentó rotar pero una extraña combinación de sentidos emergió en su interior. Un frío repentino escaló rápidamente desde su cintura, elevándose por su espalda hasta cubrir todo su cuerpo.⠀

Súbitamente una peculiar sensación floreció en su garganta, provocando que Greg tosiera repentina e involuntariamente. Al toser, su boca despidió un manchón de sangre sobre sus propias manos. Al percatarse de esto, Greg bajó su vista y pudo observar como la punta del sable de Hein emergía desde la parte baja de su estómago mientras un torrente carmesí comenzaba a cubrir sus pies.⠀

Greg Trató de tomar el sable para removerlo, pero resultó inútil, ya que su cuerpo carecía de fuerza y el filo del arma se escurría entre sus manos dañando sus dedos.⠀

La voz de Piet Hein surgió tras de él, acercándose al oído de Gregor dijo:— Prometí que te acabaría con mis propias manos, ¿verdad?.— ⠀

La energía abandonaba rápidamente el cuerpo de Gregor, se habría desplomado sobre la cubierta si no fuese por el sable del holandés que lo mantenía de pie.⠀

Arthur se encontraba herido en su hombro de rodillas junto a Gregor, al ver que su capitán había sido herido exclamó:— ¡Capitán!, ¡maldito nos las pagarás!— ⠀

Al intentar ponerse de pie, Hein pateo con fuerza su hombro herido, y Arthur cayó de espaldas aullando de dolor, arrojando su espada al suelo.⠀

Hein prosiguió:— Quisiera que aguardes algunos minutos con vida, para que al menos puedas ver como aniquilo a algunos de tus perros frente a tus ojos.— ⠀

Greg intentó responder, pero su respiración era dificultosa y su garganta se encontraba inundada de su propia sangre.⠀

— ¿Qué has dicho?— dijo Hein.⠀

Al límite de la conciencia, Gregor balbuceó:— Eliz…Elizabeth.—⠀

Hein sonrió y respondió:—¿Dónde se encuentra la niña?, tengo un final diferente para ella, ojalá llegues a verlo.— ⠀

Gregor no pudo responder, pero era plenamente consciente de lo que estaba escuchando. Impotente, un miedo sobrecogedor se esparció por su mente.⠀

Piet Hein tomó del cabello a Greg con su mano libre, para girar sutilmente el cuerpo de este sin remover el sable de su espalda. Sus rostros quedaron enfrentados y Greg pudo ver a los ojos al holandés, este dijo:— Ha sido suficiente, no te preocupes por tus amigos, todos irán uno a uno al mismo infierno que te espera a ti maldi…— ⠀

Un crujido repentino cortó la voz de Hein. Gregor pudo percibir como su cabello se liberaba, y como también la presión sobre la espada en su cintura se relajaba, dejándolo caer al suelo. Al caer, su cuerpo quedó de costado y su mente se nubló por completo, carecía de la fuerza para mantener sus parpados abiertos. Un silenció repentino invadió su alrededor, y solo algunas voces lejanas e incomprensibles llegaron a él. ⠀

Creyó ver a Elizabeth, incluso oírla y sentir que ella tocaba su mejilla.

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