Lee El Llamado del Ocaso desde el Fragmento N°1
Con cada retroceso al disparar, la culata del mosquete empujaba su hombro hacia atrás, lanzando una nube de pólvora sobre el rostro y brazos de Elizabeth. En pocos minutos, utilizando el alcázar como base de fuego, ella había alcanzado a abatir media docena de holandeses, pero la ola de hombres que caían sobre ellos era interminable.⠀
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Repentinamente una serie de detonaciones se sucedieron sobre la cubierta y tuvo que agacharse para no ser alcanzada por los fragmentos liberados por las explosiones. Mientras estaba a cubierto, utilizó el brazo para refregar su frente cubierta de hollín y sudor. Su cuerpo se encontraba agitado, respiraba con dificultad y el dedo índice que accionaba el gatillo temblaba sutilmente.⠀
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Los ruidos de la batalla reanudando hicieron que su cuerpo se colocara en alerta nuevamente, suspiró profundo y volvió a erguirse para apuntar. Al asomarse una vez más por sobre el alcázar, el panorama que encontró fue sustancialmente diferente al anterior a la explosión. El frente principal de batalla había sido completamente destrozado, y tanto tripulantes de El Retiro como holandeses se encontraban diseminados por toda la cubierta. ⠀
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Varios marineros saltaron sobre los restos de El Mercurio para acabar con lo que quedaba de Greg y sus hombres. Elizabeth enfocó a uno de ellos, y disparó. El Marinero era un sujeto pequeño pero de contextura robusta, el proyectil lo alcanzó en el hombro e hizo que parte de su cuerpo girara, provocando que al caer sobre la cubierta aterrizara accidentadamente. Luego el marino intento ponerse de pie nuevamente utilizando su brazo sano para pararse, pero Elizabeth no pudo terminar de apreciar la escena ya que giró para tomar otro mosquete cargado.⠀
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En silencio, el joven que recargaba detrás de ella tomó el arma vacía, y entrego una nueva con el proyectil en su recámara y mecha encendida.⠀
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Ella tomó el arma, colocó la culata sobre su hombro para buscar un nuevo blanco.⠀
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Esta vez la escena era diferente, en esos pocos segundos, algo había cambiado. Su cuerpo se heló al ver a su padre de pie, cruzando espadas con Gregor, combatiendo mientras ambos intercambiaban palabras. Fue como si esa escena lograra abstraerla de todo lo que ocurría alrededor, mientras su cuerpo comenzaba a ser invadido por el miedo.⠀
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Piet Hein realizó algunos embates pero Greg lograba contenerlos. Elizabeth se encontraba completamente paralizada, su mente comenzaba a elaborar la idea de que tal vez todo estaba perdido, y que algo peor que la muerte le esperaba. Luego Greg intentó realizar un movimiento defensivo, pero debió girar rápidamente para cubrir a Arthur, en ese movimiento fue cuando Hein se recuperó y logro alcanzar a Gregor por la espalda.⠀
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Elizabeth pudo ver como el sable de su padre impactaba a Greg, inmovilizándolo mientras él intentaba liberarse. En ese instante, pudo oírse la voz de Arthur gritando, y luego un clima espectral se expandió por toda la nave, haciendo que todos detuvieran sus movimientos y observaran lo que acaba de ocurrir.⠀
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Por dentro, una parte de ella se fragmentó, pudo sentir como una sombra abrumadora la cubría, liberando una extraña sensación de tristeza, miedo y odio. Algunas imágenes de su infancia se entremezclaron con recuerdos de los últimos meses viviendo con Greg y sus hombres, y lentamente el odio emergió con más fuerza.⠀
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En un solo movimiento, Elizabeth Hein alzó el mosquete que retenía en sus manos, y apuntó. La silueta de su padre quedó justo frente a la mira, luego cerró sus ojos y una pequeña lágrima emergió. Antes de que la diminuta gota recorriera el largo de su mejilla, su dedo índice accionó el mecanismo del arma, y una nueva detonación liberó el proyectil retenido en la recámara.⠀