Fragmento N°27

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El cuerpo humano es una pieza de ingeniería compleja y caprichosa, frágil y a la vez tan difícil de doblegar. Greg estaba comprobando en carne propia cuál era el límite en el cual sucumbiría su propio cuerpo. Llevaban más de veinte minutos corriendo prácticamente a máxima velocidad.

La persecución que se había desencadenado luego de la emboscada selva adentro, se había extendido durante unas cuatro millas. La intensidad había incrementado en la última media milla, los salvajes sabían que se aproximaban a la costa, donde sus hombres se encontraban y podrían repelerlos.

Consientes que la superioridad numérica solo la conservarían mientras estuvieran en la jungla y no en la playa, los nativos habían acelerado el paso, Greg estimaba que harían su primer intento por liquidarlos en cualquier momento.

Podía sentirlo, como si fuese un presagio, se acercaba el momento en el cual lo intentarían. Sus glúteos le ardían, como una quemadura al rojo vivo que calaba sus huesos, tenía ampollas en ambos pies, que habían dejado la carne viva expuesta, generando un dolor que le provocaba lagrimas a cada paso. Umbukeli sostenía el ritmo, pudiendo haber acelerado, el somalí jamás se había desprendido una pulgada de Greg.

Como si fuese una bocanada divina enviada por Dios, Gregor notó una suave brisa abriéndose paso entre el follaje, y vio la tierra bajo sus maltrechos pies cambiar de textura y color, dejando entrever manchones de arena. Estaban llegando a la costa.

Aceleró, mantener el ritmo hubiese sido una sentencia de muerte, sacó fuerzas de su alma, y entre lágrimas emergió de la espesura, quedando expuesto en la soledad de la playa.

La costa era una batalla campal, disparos y gritos enmarcaban la batalla que sus hombres sostenían contra un centenar de salvajes. En el medio del desconcierto, vio a Elizabeth Hein, con su vestido blanco remendado, recogido sobre la cintura, y un alfanje sostenido por ambos brazos. Se encontraba en formación cerrada con sus hombres, defendiéndose.

La observó, el dolor y la fatiga estaban acabando con su vida, pero sonrió al ver que ella estaba viva, y luchando como uno de ellos.

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