Fragmento N°270

El Llamado del Ocaso

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Por algún motivo, los holandeses supervivientes se mantuvieron inmóviles, incapaces de continuar la batalla luego de lo ocurrido. La imagen de Elizabeth Hein, consumida por el dolor junto a los cuerpos de los únicos dos hombres que había amado en su vida, fue demasiado incluso para los tripulantes de El Mercurio. ⠀

Mientras ella sostenía el brazo de Piet Hein, su rostro se encontraba desfigurado, su vista enfocada en el vacío, incapaz de reaccionar ante lo que estaba ocurrido a su alrededor.⠀

La voz de Greg la arrancó de su trance, giró para acercarse a él. Aidan Gregor se encontraba levemente recostado sobre las piernas de Favre, el galo había utilizado su cuerpo para que Greg pudiese girar y quedar boca arriba. Favre escuchaba atentamente las palabras que pronunciaba en voz baja, inaudibles para ella. Antoine había enviado a buscar a Fausto, el medico emergió de las cubiertas inferiores cubierto de sangre, ya que se encontraba asistiendo a los marineros heridos que eran enviados a la profundidad de El Retiro para resguardarlos de la batalla.⠀

En el momento que Elizabeth giró, Fausto negaba sutilmente con su cabeza mientras Favre lo observaba. Luego el galo observó a Elizabeth y dijo:— Si extraemos el sable, morirá desangrado en segundos, no hay nada que podamos hacer.—⠀

Elizabeth se acercó y tomó la mano de Greg, este la observó a los ojos pero no pudo emitir ningún sonido o sonreír, su rostro estaba pálido y sereno. Favre volvió a hablar:— Srta Hein, si estos hombres se deciden a acabar con nosotros, no tendremos oportunidad, moriremos todos aquí.— ⠀

Ella no reaccionó, continuó observado a Greg mientras este le sostenía la mirada sin pronunciar palabra alguna.⠀

Antoine prosiguió:— Si no nos han aniquilado aún, es porque la respetan, usted ha navegado con ellos, debe hablarles antes de que saquen sus propias conclusiones.— ⠀

Ella pudo sentir como la mano de Gregor sujetaba levemente la suya. Greg dijo:—Confiarán en ti…como nosotros lo hemos hecho.— ⠀

Elizabeth asintió, mientras las lágrimas dibujaban sutiles líneas en sus mejillas. Intentó ponerse de pie, pero la mano de Greg la retuvo, él prosiguió:— Confía en Antoine y Umbukeli… si Dios quiere en Edahi…ahora son tus hombres.— ⠀

Luego el rostro de Greg se inclinó poco a poco, su mano dejo de sentirse firme, y una exhalación profunda emanó de sus pulmones. Al quedar completamente inerte, Favre tomó ambas manos de Gregor y las cruzó sobre su pecho, mientras abrazaba su cuerpo.⠀

Elizabeth extendió sus manos para observarlas, ambas cubiertas de sangre provenientes de los dos únicos hombres por los cuales había sentido algo en su vida.⠀

Se colocó de pie, mientas se erguía sostuvo la mirada en el cuerpo de Gregor, luego recorrió con su vista a los hombres que quedaban aún en pie. Arthur sollozaba, recostado contra los restos de la barandilla, sangrando copiosamente de una herida en su hombro. El somalí Umbukeli se mantenía estoico, si bien no estaba herido, su cuerpo estaba cubierto de manchones carmesí por todos lados y algunos raspones superficiales. Al percatarse de que ella lo estaba observando, sostuvo mirada, penetrante y oscura, pero a la vez consoladora.⠀

Al observar nuevamente a Favre, no logró ver sus ojos, el galo se encontraba cubriendo a Greg con su cuerpo en un abrazo fraternal.⠀

Algo en su interior emergió, haciendo que tomara del suelo el sable de Gregor y luego giró para enfrentar a lo que quedaba de la tripulación holandesa.⠀

Al comenzar a hablar, su voz se anudó, el dolor la atormentaba por dentro.

Procesando…
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