Fragmento N°271

El Llamado del Ocaso

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Atemorizada, Eizabeth Hein cubrió con su vista a los hombres de su padre y dijo:—Nadie más debe morir en mi nombre ni por mi causa. ¡Les suplico que acaban con esto aquí y ahora!—⠀

Algunos holandeses se movían nerviosamente, nadie era capaz de realizar el próximo movimiento, y un murmullo generalizado cruzó las filas enemigas mientras se debatían por como proceder.⠀

Ella continuó:—He navegado con ustedes, se lo que han atravesado, pero puede terminar. ¡Se los suplico, dejen sus armas, nadie más morirá.—⠀

Favre se encontraba aún cubriendo a Gregor, el galo se hizo a un lado y dejo cuidadosamente el cuerpo de Greg para ponerse de pie junto a Elizabeth, listo para rechazar el ataque y morir de pie luchando. Ella hubiese querido girar para observar el rostro de Antoine, pero percibía que si desviaba su vista de los marineros holandeses, estos se lanzarían sobre ellos. Por tal motivo no pudo ver las lagrimas aún húmedas cubriendo la mirada de Favre.⠀

Temiendo lo peor, volvió a insistir, pero esta vez en voz más baja e insegura:—¡Por favor!¡No más muerte!—⠀

Un nuevo murmullo y algunos movimientos surgieron entre los holandeses. Esta vez un marinero de mediana edad que se encontraba frente a ella habló:—Concuerdo en que la muerte ha tenido demasiado trabajo por hoy.—⠀

El sujeto tambaleó al dar un paso a frente, al emerger de entre las filas holandesas, Elizabeth pudo reconocerlo.⠀

—Oficial Jameson.— dijo ella al distinguir al marinero.⠀

Jameson caminó algunos pasos hacia adelante, se movía lentamente arrastrando la pierna derecha, esforzándose por sostener el peso de su espada. Su muslo derecho tenía un corte largo y abierto que recorría el cuádriceps desde un poco más arriba de la rodilla hasta casi la cintura. Al llegar a un cuerpo de distancia de ella, el oficial holandés se detuvo y dijo:—He perdido a mi capitán, nuestra nave se consume por el fuego, solo puedo conservar mi honor si protejo la vida de lo que queda de mis hombres.—⠀

Elzabeth se mantuvo tensa, aún dudaba de las intenciones del oficial y continuaba manteniendo el sable de Gregor en su mano.⠀

Jameson inclinó su pierna herida, apoyando la rodilla sobre el suelo. Luego extendió ambas manos hacia adelante exhibiendo su arma mientras decía:—En usted confío mi vida, y solicito que resguarde así también la de mis hombres.—⠀

Elizabeth extendió su mano libre, y tomó la espada de Jameson. Al tomar el sable del oficial, pudo percibir el esfuerzo que este se encontraba haciendo por sostener el arma, sus manos temblaban mientras sostenía el fino sable en alto. Luego un ruido metálico similar al un tintineo se oyó, alertándola a ella y a Favre. Otro chasquido metálico surgió, proveniente de las filas holandesas, luego otro, hasta que repentinamente el ruido de las armas cayendo al suelo cubrió los restos de la cubierta mientras la tripulación de Piet Hein se rendía ante ella.⠀

El silencio volvió a cernirse sobre todos, interrumpido ocasionalmente por el ruido de las llamas que consumían a El Mercurio.⠀

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