Fragmento N°272

El Llamado del Ocaso

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Al ver que los holandeses arrojaban las armas, Favre dijo:—Umbukeli, toma algunos hombres, recojan las armas y escolten a los sobrevivientes a las cubiertas inferiores.—⠀

Al oír esto, Jameson se sorprendió y dirigió una mirada alarmante a Elizabeth. Ella interpretó el alarmismo en el rostro del oficial, pero antes de que pudiese objetar, Favre se adelantó diciendo en voz baja:—Si tan solo uno de estos hombres que acaban de rendirse se arrepiente, todos lo seguirán, será nuestra perdición.—⠀

Esta vez inclinó la cabeza hacia Jameson para hablar directo al oficial. El galo indicó:—Usted y sus hombres serán tratados adecuadamente, pero no puedo darme el lujo de correr riesgos innecesarios.—⠀

Jameson asintió, luego intentó ponerse de pie pero su cuerpo tambaleó al intentar incorporarse y volvió a colocar una rodilla en el suelo para evitar caer. Antoine dijo:—Recuéstese , en cuanto nuestro médico se libere le pediré que lo revise y a cualquiera de sus hombres que necesite asistencia.—⠀

Mientras el oficial holandés se recostaba sobre la cubierta, Umbukeli junto a otros cinco tripulantes armados de El Retiro formaban un círculo alrededor de los marineros de Hein. Algunas protestas se hicieron oír entre el tumulto, pero lentamente todos los holandeses descendieron a la cubierta inferior de la nave escoltados por el somalí y el puñado de guardias.⠀

Favre giró para observar dónde se encontraba Fausto. El médico se encontraba revisando la herida en el hombro de Arthur, el joven sollozaba mientras Fausto trataba de detener la hemorragia en la parte superior de la clavícula. El galo se acercó y dijo:—El oficial holandés necesita que le eches un vistazo. Lo necesitamos con vida si queremos controlar a los nuevos tripulantes.—⠀

Fausto asintió y liberó la presión sobre el hombro de Arthur. Antoine sonrió observando al joven:—No es que tu vida valga menos que la del holandés Arthur, pero este hombro esta maldito.—⠀
Arthur intentó reír, pero en su lugar liberó una mueca de dolor al intentar moverse. Favre improvisó un cabestrillo sobre el hombro que unas semanas antes había sido vendado a causa de su herida anterior durante la tormenta:—Luego Fausto lo revisará con detenimiento, pero por ahora bastará.— dijo mientras se ponía de pie.⠀

Luego se acercó a Elizabeth y se colocó a su lado, ambos quedaron contemplando el cuerpo de Gregor que se encontraba recostado delante de ellos. Favre colocó una mano sobre el hombro de Elizabeth y dijo:—Una parte de mí quiere rendirse, quiere que esto acabe aquí.—⠀

Ella giró para observarlo directo a los ojos, y se sorprendió al verlo cubierto de lágrimas que recorrían su cara dejando claras marcas en su piel cubierta de sangre y suciedad.⠀

—Pero otra parte…— un nudo tensó la garganta del galo, y debió hacer una pausa.⠀

Prosiguió:—Otra parte de mí, hizo que hiciera una última promesa, y que jurara protegerla hasta que usted decida prescindir de mi compañía o muera.—⠀

Ella sonrió conmovida, pero antes de que pudiese responder, Favre dijo:—Ya habrá tiempo para aclarar las cosas, pero ahora debemos cortar los ganchos de abordaje si no queremos que lo que queda de El Retiro se hunda o incendie junto con los restos del galeón holandés.—⠀

Ella asintió y alzó su vista para observar a El Mercurio, su estructura desfigurada y chamuscada ardía cada vez más fuerte. En el palo mayor una bandera de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales flameaba orgullosa mientras las insignias de la WIC se convertían en cenizas.

Procesando…
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