Fragmento N°274

El Llamado del Ocaso

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Durante un instante se debatió por dentro antes de responderle a Favre, luego dijo:—Correspondencia , anotaciones… incluso su diario.—⠀

Antoine se acercó a Elizabeth y consultó:—No sabemos qué es lo que buscamos, ¿verdad? —⠀

Mientras ella intentaba abrir uno de los cajones del escritorio, respondió:—No, no sé dónde están las respuestas que busco.—⠀

Favre hizo una mueca de fastidio y giró para revisar los documentos que se encontraban desperdigados por el suelo. Con la punta de su sable, giraba los papeles chamuscados sobre los tablones para leer rápidamente sus inscripciones, al no encontrar nada de valor, continuaba con el siguiente libro o trozo de pergamino.⠀

Del otro lado del escritorio, Elizabeth improvisaba una palanca con un trozo de madera para forzar el cajón cerrado. Al dejar caer todo su peso sobre uno de los extremos del trozo de madera, el extremo opuesto hizo estallar la abertura del cajón dejando un orificio del tamaño de un puño. Ella introdujo su mano y extrajo lo primero que logró tocar. Sus dedos sintieron el contacto con un objeto redondo, de superficie limpia y lisa. A tirar de el, un collar de perlas emergió por la abertura del cajón. Lo miró con extrañeza, pero el ruido de las llamas consumiendo todo hicieron que no reparara mucho en las joyas y las guardó en su bolsillo para revisarlas luego. ⠀

Al introducir su mano nuevamente, esta logró sentir un objeto más pequeño y delicado. Al cerrar su puño, logró sacar una frágil cadena plateada. Enredado entre los eslabones, se encontraba un guardapelo modesto, con algunos dibujos y líneas grabadas sobre la plata. El habitáculo colapsaría en cualquier momento, pero a pesar de la urgencia, abrió el guardapelo.⠀

Un portarretrato diminuto yacía en el interior, al ver la imagen de su madre recordó las últimas palabras de Piet Hein antes de morir. Una nueva lágrima emergió, pero se evaporó casi instantáneamente a causa del calor abrasador.⠀

Observó durante un segundo la imagen de su madre Victoria, le costaba recordar recuadros o portarretratos de ella. Pero al ver esa minúscula pintura, rememoró todo lo que tenían de similar ambas. Un ruido sobre el techó del camarote hizo que cerrará el guardapelo y lo colocara en su bolsillo junto a las perlas. Podía percibir el calor sobre la cubierta superior a punto de destrozar el techo del camarote donde se encontraban.⠀

Volvió a meter su brazo por la abertura del cajón y tocó otro objeto, esta vez era diferente, era el lomo de un libro. Al recorrer con sus dedos el objeto, intuyó que había encontrado lo que buscaba, gritó para que Favre la oyera:—¡Antoine ayúdame!, ¡tengo el diario!—⠀

El galo corrió hacia ella. Al llegar a su lado, sacó su sable y lo uso para forzar el cajón por completo. Mientras trataba de destrozar el escritorio para sacar el diario de Piet Hein, un ruido hizo que se detuviesen. Repentinamente una superficie completa de la cubierta superior colapsó, destrozando gran parte del techo del camarote donde se encontraban. Una viga de madera ardiendo cayó sobre el escritorio haciendo que este se hiciera añicos.⠀

Ambos saltaron hacia atrás para no ser alcanzados por las llamas y los trozos chamuscados que caían desde la abertura del techo. El impacto provocó que el cajón se abriera y todo su contenido quedara desparramado y expuesto a las llamas. Numerosos documentos y el diario de Piet Hein quedaron diseminados junto al fuego. ⠀

Elizabeth intentó tomar el diario, pero otra sección del techo se derrumbó y cayó junto al escritorio ardiendo. Favre la tomó del brazo y gritó:—Debemos irnos o nos hundiremos con esta nave.—⠀

Ella intentó liberarse del galo, pero Antoine la tomó nuevamente mientras la empujaba hacia la puerta que conducía al corredor de salida. Favre gritó:—Rápido, corra, no mire hacia atrás.—⠀

Esta vez, al cruzar el corredor, las llamas habían consumido los mamparos y ambos sintieron el calor alcanzando sus cuerpos mientras corrían hacia la escalinata. Al llegar al primer escalón, este cedió por completo cuando Favre lo pisó, era más un trozo de carbón que un escalón. Antes de caer, ambos usaron todas sus fuerzas para saltar al exterior y emergieron por la escotilla.⠀

La cubierta de El Mercurio era un infierno, no había rastros del palo mayor ni de las velas, el fuego había tragado todo. El calor era tal que había consumido parte de las botas que llevaban puestas y los pies les ardían al avanzar. ⠀

Ambos corrieron a toda velocidad y saltaron por sobre la borda holandesa para caer sobre la cubierta de El Retiro. Al aterrizar, la voz de Arthur se oyó:—Rápido, corten los cabos, liberémonos antes de que las llamas nos consuman.—⠀

Favre se acercó a ella y dijo:—Srta Hein, ¿Se encuentra bien?—⠀

Elizabeth intentó responder, pero su garganta se encontraba seca, y solo pudo toser expulsando parte del humo contenido en sus pulmones.⠀

Lo ultimó que oyó fue la voz de Favre gritando:—Necesito agua, ¡arrójensela sobre sus quemaduras!—⠀

Luego, al sentir el contacto con el agua fría, se desmayó.⠀

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