Fragmento N°276

El Llamado del Ocaso

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Inconscientemente Elizabeth frunció el ceño, con curiosidad examinó el saco que Favre sostenía en su mano.⠀

El galo se aproximó hasta quedar junto a su litera, y extendió el pequeño costal mientras decía:—En la confusión y el caos de las llamas, logré encontrar esto a último momento.—⠀

Ella lo tomó y comenzó a examinarlo mientras Favre continuaba:—Al parecer, es la correspondencia que esperaban despachar en el próximo puerto, una vez que anclaran.—⠀

Elizabeth introdujo su mano y extrajo un puñado de cartas, todas en perfectos sobres, cubiertos con el flamante sello de la Compañía Holandesa. Antoine prosiguió:—Debo admitir que me he resistido a la tentación de leerlas yo mismo.—⠀

Al revisar el sello, ella se percató que efectivamente parecía perfectamente intacto, sin haber sido vulnerado aún.⠀

—Confío en que luego de leerlas conversaremos sobre el contenido, y sobre otros asuntos también.—Favre giró para retirarse, pero se detuvo en el umbral de la carpa para voltear y mirarla nuevamente.⠀

—Algo antes de retirarme. Es de suma importancia para todos que logre recuperarse y hablar con el oficial holandés. Contándola a usted, al niño y a los heridos, somos unos treinta tripulantes, y tenemos casi la misma cantidad de prisioneros. Si nuestros huéspedes deciden tomar el control, no podremos hacer mucho para contenerlos.—⠀

Elizabeth habló:—Comprendo, debo hablar con Jameson para que puedan confiar en nosotros.—⠀

Favre se encogió de hombros:—Necesitamos la mayor cantidad de hombres para reparar la nave y salir de aquí. Con que no quieran acabar con nosotros mientras dormimos me basta, pero si confían en nosotros mejor aún.—⠀

Luego Antoine sonrió y salió por la abertura frontal de la tienda.⠀

Al quedar sola, giró el costal para derramar su contenido sobre sus piernas. Una docena de documentos se desparramaron sobre ella y la litera. Inmediatamente uno llamó su atención al reconocer la firma de Piet Hein en el remitente al dorso. La carta estaba destinada al un director de la compañía llamado Johannes de Laet. Elizabeth escudriñó rápidamente cada carta, separándolas según sus remitentes. Por un lado todas aquellas firmadas por su padre, y en otro grupo aquellas que pertenecían a otros miembros de la tripulación.⠀

Del total, unas ocho pertenecían a diferentes miembros de la tripulación holandesa. Solo cuatro eran remitidas por Piet Hein, tres de las cuales iban destinadas a diferentes miembros del directorio de la compañía.⠀

Pero una en particular llamó su atención, una que estaba destinada a su hermano, Cees Hein.⠀

Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.

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