Fragmento N°28

Lee la historia completa desde el Fragmento N°1

Edahi, siguiendo las instrucciones de Greg, había acelerado el paso, utilizando su máxima agilidad y resistencia para intentar llegar a la costa donde alertaría a Nock y los hombres.

Su apodo, Edahi, significa dios del viento en lengua nativa, se lo había otorgado el padre de Greg, cuando hace ya varios años, el nativo había salvado la vida del viejo hombre, transportando un valioso mensaje por más de cincuenta leguas de jungla salvaje en tiempo récord.

Se movía con elegancia, a una velocidad vertiginosa por entre la selva, sus piernas parecían encantadas por una magia divina, que generaba la ilusión de nunca tomar contacto con el suelo selvático. El ritmo de su carrera, hacía que el cuerpo del nativo estuviese prácticamente levitando en todo momento, avanzando a gran velocidad.

Adaptado por su pasado en la jungla, previa a su vida de marinero bajo las órdenes del padre de Greg, no sufría el efecto de la fatiga o el agotamiento. Su cuerpo estaba diseñado para ello.

Arribando a la costa, oyó no muy lejos, las descargas de armas de fuego. Al llegar al borde de la jungla, y salir expulsado abruptamente a la playa, quedo inmerso en la batalla que allí se estaba gestando. Logró divisar los botes, y se percató que los sobrevivientes intentaban formar un círculo perimetral sobre los heridos para evacuarlos.

No perdió el tiempo, corrió hacia el cadáver de un marino, tomó su pistola extendida en la arena a su lado, y con un movimiento rápido se la colocó en la cintura junto con la bandolera y municiones. También tomó el sable del infortunado sujeto, y una de sus dagas, que yacía cruzada sobre la espalda del individuo.

Se incorporó para regresar a la selva, justo cuando Greg y Umbukeli emergían entre las hojas de palma.

Greg había aminorado la marcha y se había detenido en la arena agotado, para ver el caótico escenario, observó a Edahi y sin emitir sonido, extendió el brazo solicitando el sable. El nativo lo arrojó, y El Celta lo calzó de la empuñadura en el aire.

Respirando pesadamente, giró para enfrentar a sus perseguidores, justo cuando una decena siluetas comenzó a surgir de entre la maleza.

Deja un comentario

%d