Lee El Llamado del Ocaso desde el Fragmento N°1⠀
Pasaron varios minutos en silencio antes de que Elizabeth se atreviera a pronunciar alguna palabra. Durante ese instante, se mantuvo en su posición, arrodillado, con sus ojos cerrados y su cuerpo en dirección hacia la lápida de Gregor. Llegó a pensar que el nativo se encontraba sin vida, si no hubiese sido por el leve y espasmódico movimiento de su respiración.⠀
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Repentinamente había cambiado su panorama, desde un principio contemplaba la idea de contar las verdaderas circunstancias que habían desencadenado la tragedia que cayó sobre todos ellos. A su debido tiempo, contaría lo que al menos estaba bajo su comprensión, ya que aún desconocía las intenciones de su hermano Cees y los verdaderos propósitos de quien hasta ahora había sido su padre. Incluso por más que quisiera, no tenía remotamente idea del valor que encerraba la llave oculta en el prendedor, lo cual generaba que su relato fuese aún más confuso.⠀
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Finalmente dijo:—Creo que debemos volver a la playa, hay varios interrogantes que debo responder.—⠀
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Edahi abrió los ojos al escucharla, diciendo:—Confío en que es la mejor decisión.—⠀
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Ella esperó algunos segundos, aguardando las próximas palabras del nativo, pero este se limitó a continuar en su posición, ahora con su mirada descubierta. Mientras Edahi mantenía su vista fija en las inscripciones de la lápida, de su boca emanó un sonido agudo y seseante, similar a una serie de silbidos. Al principio Elizabeth no comprendió con exactitud de qué se trataba, pero lentamente pudo percatarse que Edahi se encontraba hablando su lengua nativa, despidiéndose, elevando plegarias a sus dioses.⠀
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Un chasquido detrás de ella llamó su atención, al girar pudo ver a Arthur acercándose hacia ellos a través de los arbustos que los separaban de la costa.⠀
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Volvió a voltear al oír la voz de Edahi:—Necesitaré la ayuda de ambos para regresar.—⠀
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Al observarlo, Elizabeth se percató que ya no se encontraba de rodillas, estaba de pie.⠀
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Arthur se sorprendió al encontrar a ambos, al no haberla visto aún desde que ella despertó, esbozó una amplia sonrisa diciendo:—Me alegra mucho verla de pie nuevamente Srta Hein.—⠀
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El hombro del joven se encontraba lacerado, justo en la misma sección donde anteriormente había sufrido el accidente al caer por la proa de El Retiro, durante la tormenta previa a llegar a Tortuga. Ella respondió al saludo diciendo:—Me alegra verte Arthur, lamento mucho que te encuentres herido.—⠀
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—Me repondré, y en el peor de los casos aún me queda otro brazo.— respondió el joven.⠀
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Edahi intervino:—Gracias por venir a recogerme, regresemos antes de que oscurezca.—⠀
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Al ver que Arthur se colocaba junto a un lado del nativo para ayudarlo a avanzar, ella se colocó en el lado opuesto. Edahi quedó en el centro y apoyaba su peso en ambos para poder dar cada paso. Elizabeth sintió una sustancia acuosa y viscosa que comenzaba a humedecer el costado del cuerpo que tenía contacto con el nativo. Sus heridas estaban lejos de haber cicatrizado y un sutil olor cargado de pus y almizcle invadió sus sentidos, ingresando en sus pulmones en cada respiración.⠀
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El ritmo del avance que llevaban era lento, y ya estaba comenzando a anochecer para cuando atravesaron la sección de arbustos y la hondonada. A pesar de que la distancia cubierta era pequeña, Edahi debía exigirse cada vez más para dar un nuevo paso. Para cuando llegaron a las afueras de su tienda, el nativo estaba exhausto, completamente cubierto de sudor, y algunos de sus vendajes se habían corrido, dejando expuesta la carne en sus heridas.⠀
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Durante todo el trayecto se mantuvieron en silencio, ella se debatía por dentro sobre cuál era la mejor manera de narrar los sucesos ante Favre, y cómo revelaría la causa de muchas de las penurias que habían atravesado.⠀
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Al llegar a la entrada de la carpa, Elizabeth usó su brazo para correr la lona del umbral. Al descubrir el ingreso, Favre se encontraba dentro, sentado en un extremo mientras una deteriorada lampara arrojaba sombras imprecisas sobre él.⠀