Fragmento N°287

El Llamado del Ocaso

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Al descubrir el ingreso de la tienda, el viento costero irrumpió en el interior de la carpa, provocando que la llama dentro de la lampara se sacudiera. Eso generó que la luz imprimiera una sombra zigzagueante sobre Favre, dándole una apariencia siniestra a su figura. Al notar movimiento, el galo alzó su vista para observarlos.⠀

Elizabeth dudó un instante, pero luego de una fracción de segundo decidió avanzar dando un paso hacia adelante. Al colocar un pie dentro de la tienda, utilizó su cuerpo para sostener la lona del umbral y que Edahi junto a Arthur pudiesen ingresar tras de ella. Al ver al nativo, Favre estalló:—¡Maldita sea Edahi! cuantas veces debo decirte que debes descansar.—⠀

El nativo sonrió forzosamente sin pronunciar una palabra, su cuerpo se encontraba muy desgastado por el corto trayecto ida y vuelta hasta el sepulcro. Su cuerpo se inclinó levemente hacia adelante y tanto Arthur como Elizabeth debieron hacer un esfuerzo para evitar que cayera con su rostro contra el suelo. El movimiento forzó a que avanzaran y en pocos pasos llegaron al pie de su litera. Con delicadeza, recostaron su endeble cuerpo, cuidando de no desprender el vendaje ni abrir sus frágiles heridas.⠀

Favre, algo más calmo, arrojó:—¿Existirá remotamente la posibilidad de que te quedes aquí hasta que puedas reponerte?—⠀

—Puede que lo intente.— respondió el nativo apenas audible, esbozando una mueca similar a una sonrisa.⠀

Elizabeth, observaba de pie en el centro de la carpa junto a Arthur, esperando que su presencia pasara desapercibida.⠀

El galo refunfuñó y giró para volver a ocupar su lugar en el banco ubicado en el extremo de la tienda. Al dejarse caer pesadamente, suspiró profundamente diciendo:—Espero que haya sido un buen motivo, por el cual te has arriesgado de ese modo al abandonar tu reposo.— ⠀

Edahi clavó su vista en Elizabeth diciendo:—En cierto modo sí.—⠀

Favre se percató en el cambio del tono de sus palabras y como enfocaba su vista fija en ella. Giró algunas veces su rostro mirándolos sucesivamente:—¿Qué ocurre? ¿debería estar al tanto de algo? —⠀

Arthur, que se encontraba junto a Elizabeth, volteó su cabeza para observarla:—¿Hay algún problema Srta Hein?—⠀

Elizabeth comenzó a respirar agitadamente, de manera involuntaria cerró y relajó sus puños, buscando alivianar la tensión que la invadía por dentro. Favre, notando las gotas de sudor en su frente y percibiendo que la muchacha había cambiado repentinamente el color de su piel, pasando a un blancuzco pálido, se puso de pie rápidamente:—Srta Hein, creo que debería sentarse.— dijo, acercando el diminuto banco hacia ella. Al hacerlo, tomó su mano para guiarla hasta el asiento de madera.⠀

Al sentir el contacto con la piel de Antoine, una dolorosa y punzante sensación de culpa escaló por dentro de su cuerpo. Elizabeth se sentó apresuradamente y por el rabillo de su ojo pudo notar que Edahi continuaba observándola con su semblante sombrío. Sintió que no podía dirigirle la mirada a ninguno de ellos para narrar todos los pormenores que desconocían. Por ello, concentró su vista en la llama incandescente que ardía en el centro de la lampara. Dejó que el vaivén del fuego tomara poder de su mente, atrapando toda su atención por completo.⠀

Cuando comenzó a hablar, el efecto hipnótico de la lampara la tranquilizó al punto que recitaba los sucesos como si estuviera sola, compartiendo pensamientos consigo misma en voz alta. Comenzó contando las palabras que había oído de Piet Hein la noche antes de zarpar hacia el continente europeo. Luego narró cómo fue que se había escabullido para leer la carta dirigida a su hermano Cees, y el contenido de dicho documento.⠀

Una frágil pausa se generó y su voz sonó agrietada cuando rememoró el pasaje de la carta que recitaba:—…mata a la niña, acaba con la maldita bastarda, antes de que sepa la verdad de la llave y de su madre…—⠀

Mientras continuaba, describió como había encontrado la llave en el cuerpo sin vida del secretario de su padre, cuando fueron atacados por los nativos en la playa. Al llegar a ese momento de la historia, alzó su mano en dirección hacia su cabello y extrajo el prendedor. Extendió su mano derecha en dirección hacia la lampara, con su palma abierta y el prendedor sobre ella. Las llamas iluminaron con claridad el objeto, y aún sin mirarlos directamente, pudo notar como los tres hombres se inclinaban levemente hacía adelante para observar mejor la llave.⠀

Finalmente, al concluir, rompió en llanto:—¡Jamás pensé que esto ocurriría, …nunca fue mi intención arrastrarlos hacia esta desgracia!—⠀

Por primera vez desde que había comenzado a recitar lo ocurrido, alzó su vista para mirar a Favre directamente a los ojos.

Procesando…
¡Lo lograste! Ya estás en la lista.

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