Fragmento N°291

El Llamado del Ocaso

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Elizabeth se limitó a sonreír al oír al galo mientras recordaba las últimas palabras de Greg, “…confía en Antoine y Umbukeli… si Dios quiere en Edahi…ahora son tus hombres…” ⠀

Favre continuó:—Afortunadamente pudimos reabastecernos de manera apropiada durante nuestra corta estadía en Tortuga, antes de que tuviéramos huir de la isla. Si bien nuestro último encuentro ha reducido nuestro inventario de pólvora y municiones, en líneas generales tenemos la cantidad adecuada de suministros para cruzar el Atlántico.— ⠀

—Excepto madera y cuerdas.— dijo Arthur interrumpiendo.⠀

—Es un buen punto, las reparaciones prácticamente han agotado las vigas auxiliares, cuerdas y gran parte del velamen de repuesto. Pero dada la situación, tenemos otras prioridades.— acotó Favre.⠀

El galo hizo una breve pausa y giró uno de los mapas desplegados sobre la mesa para que Elizabeth y Arthur pudiera observarlo. —Si nos quedamos dentro del perímetro insular del Caribe, no solo vamos a tener que preocuparnos de las represalias de la compañía y los holandeses, sino también de la flota Española. Eso implica dejar atrás momentáneamente todas las ganancias de nuestros últimos seis meses.—⠀

—Al menos hasta que todo se haya calmado un poco.— dijo Edahi interviniendo.⠀

Elizabeth percibió un tono más enérgico en su voz, se lo veía notoriamente más enérgico con el correr de los días.⠀

Asintiendo, Favre complementó: —No sería sensato adentrarnos en el dominio Español para llegar hasta el Páramo en nuestra actual condición de fuerzas. Además, necesitaríamos a los holandeses capturados para navegar, y eso implicaría develar la posición del lugar donde descansa el fruto de nuestro trabajo.—⠀

—Tiene sentido, y aún estará allí cuando creamos conveniente regresar.— dijo Arthur.⠀

El galo hizo una nueva pausa, y esta vez su voz emergió poco a poco, haciendo énfasis en cada palabra:—He aquí el punto central de la cuestión, necesitamos la colaboración de los holandeses para maniobrar la nave hacia nuestro próximo destino, y es por ello que nuestro siguiente paso debe convencernos no solo a nosotros, sino también a ellos.—⠀

Elizabeth dijo en voz baja:—En todo momento debemos dar muestra de cumplir nuestra palabra Antoine.—⠀

—Lo sé, es por ello que debemos encontrar rumbo que nos permita llegar a salvo a nuestro próximo destino, y dejar a los holanedes en el camino.— respondió Favre.⠀

Edahi dijo en tono terminante:—Ya díselos Antoine.—⠀

Favre se posó sobre la mesa y extendió su dedo para marcar un punto en el mapa diciendo:—Este es nuestro próximo destino.—⠀

Elizabeth leyó la inscripción sobre el punto señalado por el galo. Era una marca diminuta, algunas millas tierra adentro, trepando río adentro justo en un recodo.—¿Jamestown, Virginia?— dijo con ciertas dudas.⠀

Favre marco otro punto un poco más al norte:— Jamestown es una de las pocas colonias inglesas, es decir uno de los pocos lugares donde no somos considerados enemigos. Y se encuentra a poco más de un día de navegación de Nueva Ámsterdam. Allí dejaremos a todo aquel que quiera seguir su propio camino.—⠀

Arthur, algo preocupado, afirmó:—Me da mala espina acercarme a una colonia holandesa luego de lo ocurrido.—⠀

Favre se dejó caer pesadamente en una silla. Luego de un suspiro, respondió:—¿A quién no?, pero más mala espina me resultaría aproximarme a Londres o cualquier ciudad del continente. En unas semanas puede que arriben las noticias de lo que le ha ocurrido al vicealmirante Hein. ¿Qué crees que hará la compañía, o el hijo del viejo Hein cuando se enteren lo que ha ocurrido?—⠀

—Cuando eso ocurra, prefiero encontrarme en territorio inglés.— insistió Edahi.⠀

Resoplando, Arthur sentenció:—Ahora que lo dices, es una gran idea mantenernos de este lado del mapa.—⠀

Elizabeth se mantenía en silencio, por dentro procesaba demasiada información y numerosas sensaciones a gran velocidad. ⠀

El galo estaba en lo cierto, sus próximos pasos parecían sensatos. Pero por dentro de ella se gestaba la incómoda idea de que no importara qué tan grande fuera la masa de agua, o la distancia entre ambos. Jamás estaría lo suficientemente lejos de Cees cuando supiera la noticia de lo que le había ocurrido a Piet Hein.

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