Fragmento N°295

El Llamado del Ocaso

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Logró dormirse antes de que la tormenta descargara toda su fuerza sobre el campamento. En un principio, el viento fue elevando su velocidad haciendo sacudir la tienda, hasta que el golpeteo de la lluvia contra el techo de lona comenzó a ser constante.⠀

Elizabeth se sobresaltó al oír un trueno cercano, trató de escuchar algún sonido por fuera de la tempestad, pero solo logró percibir el ruido del viento y el diluvio que caía sobre ellos. A los pocos segundos, sintió que alguien tocaba su espalda y una voz decía:—Srta Hein, ¿puedo dormir con usted?, me dan miedo las tormentas.—⠀

Ella, al reconocer la voz de Mnyma en la oscuridad, giró diciendo:—Claro, ven aquí.— y abrió una de sus sábanas para que el pequeño se introdujera en su litera.⠀

Mnyma se acurrucó junto a ella, y Elizabeth lo abrazó por detrás para que el niño se tranquilizara. Mientras ella trataba de apaciguarlo, un nuevo trueno cayó, sobresaltándolos a ambos. ⠀

—Me recuerda al viaje en el barco, luego de que nos capturaran.— dijo el pequeño mientras se encogía aún más en el lecho.⠀

Elizabeth lo abrazó con fuerza y por un instante trató de imaginar el tipo de viaje que enfrentarían los esclavos al ser capturados tierra adentro. Teniendo que caminar semanas encadenados a la costa para luego ser depositados en una bodega profunda, hacinados uno sobre otros, sin letrinas, y apenas comida. “No es algo que un ser humano debería afrontar, mucho menos un niño” pensó con tristeza.⠀

Conocía historias, de mercaderes portugueses que arrojaban a los bebés y niños al mar, sabiendo que no sobrevivirían al largo viaje. Un escalofrió recorrió su espina y buscó conciliar el sueño para evadir las imágenes que su mente recreaba. Lentamente fue adormeciéndose, y solo cuando se garantizó que el pequeño estaba completamente dormido, pudo cerrar sus ojos y dejarse llevar por el cansancio.⠀

Para cuando despertó, pudo notar que su cuerpo se había repuesto, lo cual le dio la pauta de que había dormido varias horas. Pero el interior de la carpa permanecía oscuro, y el ruido de la lluvia azotando la tienda se mantenía inmutable. Lentamente salió de la litera evitando despertar a Mnyma.⠀

Al llegar a la entrada, corrió levemente la lona del umbral para observar hacia el exterior. Efectivamente era de día, pero el cielo se encontraba completamente cubierto de nubes y la lluvia eran tan copiosa y constante que parecía que se encontraran transitando los últimos minutos de luz de un atardecer.⠀

Al recorrer con su vista el campamento, no pudo distinguir a ningún hombre, ya que todos se encontrarían probablemente bajo el reparo de sus carpas, aguardando a que el clima menguase. Una figura se desprendió de una zona de las tiendas y se aproximó corriendo hacia ella. Al ver que se trataba de Arthur, ella se hizo a un lado para permitirle entrar.⠀

A toda velocidad, el joven ingresó empapado de pies a cabeza. —Gracias, he traído algo para desayunar, aunque la gran mayoría se ha mojado.— dijo al ingresar.⠀

Elizabeth tomó la bolsa que contenía algunos bizcochos y pescado del día anterior, pero no probó bocado. Volvió a dirigirse hacia la entrada para observar la tormenta.⠀

Arthur volvió a hablar:—Edahi dice que es un tipo especial de tormenta, puede durar varios días.—⠀

—Tenemos comida suficiente gracias a la lo recolectado esta última semana.— respondió ella.⠀

—Cierto, pero no podremos continuar con las tareas de reparación hasta que el clima no mejore.— complementó Arthur mientras sacudía su cuerpo.⠀

Ella observaba la silueta de El Retiro, anclado en la bahía, distaba mucho de la imagen calma de la noche anterior. Ahora la nave se sacudía con el movimiento del mar revuelto, elevándose cada vez que una ola golpeaba la proa. La figura de la embarcación era borrosa, una densa capa de lluvia generaba una sensación similar a la niebla.⠀

Al verla pensativa, con su mente fija en El Retiro, Arthur dijo:—Favre se embarcó a primera hora de la mañana en uno de los botes, tomó el mando él mismo, prefiere estar a cargo ante cualquier eventualidad.—⠀

Ella volvió a cerrar la entrada y giró para dirigirse a su litera. Al sentarse, Mnyma despertó y desayunaron junto con Arthur.⠀

Los días siguientes transcurrieron con mucha lentitud, la tormenta nunca parecía ceder. Cada mañana despertaban con el mismo sonido, del agua golpeando la tienda y el viento haciendo crujir la estructura de la carpa. En el transcurso de los siguientes diez días, solo una vez se dio una pausa lo suficientemente larga para que Favre pudiese abandonar El Retiro y dirigirse nuevamente al campamento.⠀

Al verlo, Elizabeth lo notó extremadamente desgastado, con su camisa sucia y desalineada, y su rostro invadido por profundas ojeras. En esa ocasión, las únicas palabras que ella logró oír del galo fueron:—Maldita lluvia del demonio.—⠀

Luego de reponer fuerzas y recoger algunas provisiones, Antoine había regresado a la nave justo a tiempo, ya que la tormenta comenzaba a retomar su fuerza habitual.⠀

Pasaron poco más de dos semanas hasta que la tempestad amainó, y permitió al campamento retomar ciertas actividades.⠀Pero la extraña sensación de que estaban perdiendo tiempo preciado, merodeaba siempre su mente.

Procesando…
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