Fragmento N°31

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Remaban vertiginosamente, si bien trescientos pies separaban la nave de la costa, el trayecto parecía interminable. La escena caótica de la playa hacía sentir a Favre que cada segundo era una eternidad. El contramaestre galo, observaba de pie en la popa del bote mientras este avanzaba lentamente. Su visión lo perturbaba, su puño se contraía y relajaba nerviosamente sobre la empuñadura de su espada. En la costa, los nativos habían acorralado a los sobrevivientes en un perímetro de no más de cuarenta pies, alrededor de los botes.

Favre había indicado que cuando estuviesen por llegar, la batería de estribor lanzara una andanada sobre la línea costera, causando el mayor daño posible a los nativos, pero impactando lejos de los sobrevivientes como para no generar un daño a estos. Él rogaba, que una descarga fuese lo suficiente como para ahuyentarlos.

Su vida era el mar, sus instintos le permitían sentir el oleaje como si fuese una propia extensión de su cuerpo. Podía percibir como el flujo de la corriente bajo la quilla del bote cambiaba de intensidad y ritmo, indicándole que el fondo arenoso estaba por hacer contacto con la madera e iban a encallar. Al acercase logró vislumbrar a Greg y lanzó un suspiro de alivio.

Maldijo a sus hombres, él hubiese descargado las culebrinas en ese instante, previo al desembarco.

Finalmente, la quilla tocó la arena y el bote encalló.

Tomó su espada por la empuñadura, y extendiendo su brazo derecho en el aire gritó: —¡Que estos bastardos conozcan el frío de nuestro acero!, ¡Por el capitán Gregor y El Retiro! —

Una ola de insultos de aliento surgió de entre sus hombres. Colocó su mano izquierda sobre la borda, y dando un salto cayó de pie en la arena. En el instante que sus botas tocaron el suelo, a sus espaldas oyó el estruendo de los cañones desatando su fuego sobre la playa.

Logró oír alaridos de los nativos heridos o espantados. Corrió hacia Greg y se colocó a su lado: ——Buenas tardes capitán, creo que tiene problemas con los locales, permítame ayudarle. —

Greg esbozó una mueca incomprensible, estaba demasiado débil como para hacer bromas.

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