Fragmento N°35

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La Srta Hein había atendido a Nock sobre la inmensa mesada de la despensa. La despensa era el habitáculo que actuaba como depósito secundario para contener la disponibilidad inmediata de comida de la nave, generalmente debería haber estado abarrotada de provisiones, pero cuando Nock ingresó de urgencia en el pequeño camarote, estaba prácticamente despejado, solo ocupado por algunas papas y utensilios de cocina que habían sido utilizados en la cena de la noche anterior. Sobre la mesada, fue colocado mientras yacía inconsciente, y luego de varios intentos frustrados, Elizabeth se había ofrecido para retirar la flecha alojada en su espalda.

Cuando Edahi ingresó, parecía que dos fieras enjauladas habían luchado en su interior. Había trapos ensangrentados sobre la mesada, huellas de pies grabadas en la suciedad del suelo, y algunos frascos destapados con ungüentos medicinales. La camisa de Nock había sido desgarrada cuando este fue asistido, estaba echa un trapo viejo, con manchones de sangre y suciedad sobre el suelo.

Prolijamente en el centro de la mesa, como si hubiese sido puesta intencionalmente para una exhibición de museo, se encontraba la flecha en cuestión.

Edahi se aproximó, extendió la mano tomando la flecha por la mitad del cabo, y la giro suavemente a contraluz para examinarla.

El era nativo, reconoció muchos detalles del proyectil que lo colocaron en un viaje fugaz a su infancia, previo a ser tripulante de El Retiro.

La punta era de obsidiana, tallada para ser punzante en el extremo y aserrada en la parte posterior.

La atención de Edahi se posó en las plumas de la parte posterior, le parecían bonitas y sonrió al reconocer el ave de la cual provenían. Fue allí cuando percibió un aroma leve, flotando en el aire. No recordó instantáneamente el origen de la fragancia, pero su mente le indicaba que ese olor era familiar. Acerco su cara para olfatear más de cerca.

Su sonrisa se borró cuando finalmente identificó el aroma. Sus ojos se abrieron de par en par, envolvió la punta de la flecha en la camisa desgarrada de Nock y corrió hacía la cabina de oficiales en busca de Favre.

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